Los gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT) acabaron con la hambruna en el país, «la trajeron de vuelta y vamos a terminarla de nuevo», afirmó el exdirigente obrero en un abarrotado Centro de Convenciones Ulises Guimarães, en esta capital.
Señaló que los brasileños necesitan «comprar comida, ropa, muchas cosas útiles, no armas».
Destacó asimismo la necesidad de recuperar los derechos sociales.
«Quiero que las personas no solo coman, sino que tengan derecho a la universidad, empleo, teatro, cine, ocio».
Hizo alusión a que en ninguna campaña electoral, en la cual participó, hubo señal de violencia.
Cuando perdía, reflexionó, «me lamentaba y volvía para casa». Entonces buscaba prepararse mejor y «nunca hablé de violencia».
Para Lula, Brasil mudó mucho y ahora están intentando hacer de la campaña una guerra, en referencia al asesinato en el sureño estado de Paraná del guardia municipal y tesorero del PT Marcelo Arruda a manos de un partidario del mandatario de tendencia ultraderechista Jair Bolsonaro.
Al criticar el discurso de que el PT sería responsable de la polarización en la sociedad, aseguró que solo el partido «polariza en las elecciones para presidente desde 1994, y usted no tiene señal de violencia».
Por los hechos, llamó a los militantes y a seguidores a no buscar provocación y dar lección de moral en las calles porque «nuestra arma es la tranquilidad».
El exgobernante apuntó que la sociedad brasileña comienza a percibir qué está en juego en las urnas y criticó a Bolsonaro por nunca llorar ni una sola lágrima por los cerca de 700 mil muertos por Covid-19.
Consideró que el exmilitar tiene un comportamiento deshumano y no tiene compasión por quienes duermen en la calle y los millones de desempleados.
En su breve discurso, sin guion establecido, Lula insistió en que Bolsonaro no tiene cerebro, se acerca a personas iguales o peores y no gusta de la cultura.
Reiteró que él se siente mucho más maduro que en anteriores disputas electorales y más consciente de las dificultades. «Voy a asumir el país en condiciones deplorables», admitió.
Sin embargo, aclaró, que será mucho más exigente cuando retorne como presidente de la Republica.
Con la mirada enfocada hacia el sufragio del 2 de octubre, Lula cumple desde hace meses un recorrido por varias regiones de Brasil, convencido de que objetivos comunes pueden forjar frentes políticos posibles.
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