«Menos de una semana después de manchar la imagen del país ante embajadores extranjeros, Jair Bolsonaro reanudó el vestuario golpista el domingo (24 de julio), durante la convención del PL (Partido Liberal) que oficializó el presidente como candidato a la reelección», indica el argumento.
En el Palacio de la Alvorada (residencia oficial en Brasilia), ante unos 40 diplomáticos extranjeros, el exmilitar repitió el 18 de julio sospechas sin fundamento y ya desmentidas sobre las urnas electrónicas y el proceso electivo.
Basó su arenga en una investigación abierta por la Policía Federal en 2018, con la autorización del Supremo Tribunal Federal (STF), sobre la invasión de un hacker al sistema del TSE. Sin embargo, esta corte informó en reiteradas ocasiones que este acceso fue bloqueado y no interfiere en ningún resultado.
Para Folha, «su objetivo, esta vez, no fueron las urnas electrónicas; en lugar de invertir contra el equipo que facilitó la claridad de las elecciones en las últimas décadas, el presidente miró el STF, órgano encargado de salvaguardar la Constitución».
El texto advierte que «fruto de la coyuntura política y del desorden republicano provocado por Bolsonaro, la comodidad de no verse debidamente investigado debe cambiar en eventual derrota electoral», en octubre.
También el diario O Globo se posiciona, en editorial, contra el riesgo de un golpe militar bolsonarista (partidos del excapitán del Ejército).
La presentación de la candidatura de Bolsonaro a la reelección «fue marcado por vituperios contra el Supremo y el Tribunal Superior Electoral, contra el PT (Partido de los Trabajadores) y el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva y por una convocatoria a manifestaciones el 7 de septiembre, reprise probable de los actos golpistas del año pasado», apunta el ensayo.
Señala que la agenda del jefe de Estado está aún más clara que después de las mentiras sobre las urnas electrónicas proferidas a embajadores.
Alerta que Bolsonaro no aceptará el resultado de la elección si es derrotado y busca movilizar a sus partidarios para intentar repetir en Brasil un movimiento violento de contestación, inspirado en la invasión del Capitolio por seguidores del expresidente estadounidense Donald Trump el 6 de enero de 2021.
«El golpismo de Bolsonaro es una amenaza aguda a la democracia, que necesita ser enfrentado con energía y determinación», remarca O Globo.
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