El sitio lo rodean 90 kilómetros de murallas construidas en adobe, una estructura atravesada por 10 puertas, varias de ellas monumentales, de estilo hispano morisco.
La mezquita Kutubía, los Jardines de la Menara y el Palacio El Badi se hallan entre los edificios representativos de ese emblemático emplazamiento de Marruecos.
Hace poco más de 100 años, antes de iniciar su proceso de expansión económica, toda la actividad comercial de la urbe se desarrollaba dentro de los muros.
La también llamada ciudad vieja fue declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad y aún alberga en su interior numerosas estructuras de gran belleza, como los alojamientos más lujosos del orbe, los tradicionales baños marroquíes o hamanes, famosos palacios, mercados y mezquitas.
Hasta la fecha, continúa siendo el principal sitio de valor comercial de la región y cuenta con una de las mayores plazas de abastos del Magreb, donde se hace imprescindible el arte de regatear.
Otra de las atracciones es el área destinada a los zocos, mercadillos tradicionales de los países árabes; aquí las tiendas están agrupadas por gremios, como era usual en la Edad Media. En las callejuelas abundan la alfarería, la cerámica y la venta de especias, zapatos y productos alimenticios típicos.
Hay sitios únicos, como la plaza principal Yamaa el Fna; contemplarla después del anochecer resulta un sueño para muchos. En los bordes proliferan los cafés y disímiles restaurantes, que abren sus terrazas hacia el espectáculo que conforma la monumental escena.
Ahora el espacio no solo es símbolo del pasado, sino una buena forma de apreciar y distinguir el contraste entre la parte antigua y la zona nueva de la localidad.
(Tomado de Orbe)