Por Oscar Bravo Fong
Periodista de la Redacción Internacional de Prensa Latina
El gobernante realizó el pronunciamiento luego de que integrantes de la formación radical embistieran con explosivos y dispararan sus armas en el interior de un concurrido hotel de Mogadiscio el 20 de agosto, con saldo, según reportes oficiales, de 21 muertos y más de un centenar de heridos.
Tal hecho sangriento recuerda a muchos otro similar, ocurrido el 14 de octubre de 2017 en una céntrica avenida capitalina, en el que pereció más de medio millar de personas, con 28 heridos y 56 desaparecidos, tras la detonación de un camión cargado con bombas.
Vale decir que además del asalto al capitalino hotel Hayat, en las últimas semanas la milicia armada efectuó operaciones a lo largo de la frontera entre Somalia y Etiopía, lo cual se considera una posible renovada estrategia de Al-Shabab en su afán por controlar nuevos territorios.
En tiempos recientes la formación radical, integrada por más de siete mil combatientes, también realizó acciones violentas en demarcaciones norteñas y costeras de la vecina Kenya.
Según líderes de la propia agrupación Al Shabab (Los Jóvenes, en árabe), tales actos violentos resultaron perpetrados en respuesta a la presencia en suelo somalí de tropas de Nairobi, que forman parte de un contingente militar de la Unión Africana (UA).
Mientras las fuerzas kenyanas prosigan con la ocupación de nuestras tierras musulmanas, el grupo concentrará sus ataques en pueblos y ciudades de ese vecino territorio, difundió la organización insurgente a través de un comunicado.
ERRADICAR LA INSURGENCIA
Dentro de ese complejo contexto se pronunció el mandatario Mohamud, quien al acceder al poder en mayo pasado sostuvo que erradicar la actual insurgencia islamista deviene su máxima prioridad.
En una reunión ante el Comité de Seguridad Nacional, el jefe de Estado reafirmó que durante su mandato combatirá al grupo considerado terrorista hasta liberar las amplias áreas que controlan, fundamentalmente en el centro y sur del territorio nacional.
Tras pedir en otra ocasión la participación popular en la lucha contra el ente irregular, el gobernante apuntó que el país requiere de equipamiento y formación de sus uniformados para contrarrestar los ataques de la milicia.
Sin esperar recursos adicionales y como parte de la estrategia de lucha contra la formación insurgente, tropas del Ejército nacional desarrollaron operaciones en la sureña región de Baja Shabelle, incluidos los poblados ribereños de Abaney, Beeraha Bay, Sigale, Malablay y Buulo Arundi.
Al referirse a los resultados de esa ofensiva, el comandante militar Ali Mahdi Beerdiide comunicó que sus fuerzas, además de causar bajas en las filas enemigas y hacer explotar artefactos, destruyeron embarcaciones utilizadas en el transporte de elementos radicales a través del río Shabelle.
De acuerdo con el portal digital Hiiraan.com, a comienzos de agosto el Ejército y milicias locales también liberaron un poblado en la central región administrativa de Hiiraan, donde se asentaba una de las principales bases logísticas de la agrupación rebelde.
POLÉMICO NOMBRAMIENTO
En aras de contener la actividad del ente extremista, el cual enfrentan las tropas castrenses desde hace más de 15 años, el gobierno somalí instó a los milicianos a que entreguen las armas y nombró a uno de sus exlíderes, Mukhtar Robow, como ministro de Asuntos Religiosos.
Ante críticas de diversos sectores por tal designación, el gobernante Mohamud argumentó que en el nuevo cargo el también exportavoz de Al-Shabab influirá en la comunidad de fieles para desafiar la ideología extremista, contraria, en su opinión, a los principios defendidos por el verdadero Islam.
Otros actores sociales, sin embargo, consideraron la designación de Robow como demostrativa de que la impunidad es un mal de fondo en Somalia, país atenazado por la violencia desde que hace más de 30 años el entonces presidente Mohamed Siad Barre (1969-1991) fue derrocado por milicias aliadas.
En relación con la capacidad de Al-Shabab para resistir ante la nueva ofensiva de las fuerzas gubernamentales y aliados, el grupo de expertos en seguridad del Instituto Hiraal consideró que su exterminio resulta hoy difícil pues la formación es más fuerte y sofisticada que hace una década.
La milicia extremista, que en numerosos territorios aplica impuestos, gobiernos paralelos y sistemas de justicia propios (tribunales), suele usar, por otra parte, métodos de la guerra irregular, como emboscadas y asaltos sorpresivos contra objetivos civiles y militares.
Analistas consideran que para paliar la influencia de la entidad insurgente, la cual engrosa sus filas sobre todo con jóvenes, se impone el trabajo coordinado entre las autoridades centrales y locales, con el objetivo de estabilizar el país, desarrollarlo y erradicar la pobreza que afecta a amplios sectores sociales.
Somalia, país dividido, dominado por clanes y sin un gobierno central fuerte, además de los enfrentamientos entre el Ejército e insurgentes islamitas, sufre desde antaño los efectos de los choques violentos entre comunidades de diverso origen étnico por el control de tierras para el cultivo o la cría de ganado.
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