El que expertos no dudan en calificar de “tigre de cuarta generación” es hoy reconocido, además, como uno de los actores internacionales de mejor desempeño en el enfrentamiento a la catástrofe humanitaria, social y económica generada por la expansión del coronavirus SARS-CoV-2.
Tal reconocimiento no solo atañe al combate interno, sino también a la cooperación internacional.
Si bien la proverbial disciplina de la ciudadanía resultó un factor determinante al luchar contra la pandemia, también fueron decisivas la rápida respuesta dada por las autoridades al decretar el cierre temprano de fronteras y emprender una innovadora operación comunicacional.
Esto y el establecimiento de una cuarentena obligatoria de 14 días en centros de aislamiento para quien ingresara al país; el confinamiento ciudadano obligatorio en la etapa más crítica, y una decisiva campaña de vacunación fueron también factores importantes para conseguir el logro.
De extraordinaria valía resultó asimismo la decisión gubernamental de ofrecer amplio respaldo y facilidades financieras y crediticias a los sectores, empresas y trabajadores afectados.
A ello se unió el impulso a la inversión pública, y un fuerte empujón a la digitalización de la economía y la sociedad, como elemento esencial hacia la recuperación pos-pandémica y el desarrollo socioeconómico.
LAS CLAVES DEL ÉXITO
El éxito de Vietnam en el enfrentamiento a la Covid-19 atrajo la atención internacional debido a su respuesta temprana, proactiva, dirigida por el gobierno y que involucra al sistema político en pleno y todos los aspectos de la sociedad.
Así lo reflejaba en un artículo publicado a comienzos de septiembre de 2020 en su sitio web el Grupo de la Organización de Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible.
Ese órgano se refirió al control mantenido desde que en la segunda quincena de ese año se detectaran los dos primeros casos de la enfermedad en el país.
La organización de la ONU señalaba en su texto que la gestión exitosa de Vietnam frente al primer brote de la pandemia podía también atribuirse, al menos en parte, a su inversión durante «tiempos de paz».
Con el apoyo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otros asociados, el país había puesto en marcha un plan a largo plazo para poder enfrentar emergencias de salud pública.
Para ello se basó en su experiencia en el tratamiento de brotes de enfermedades anteriores, como el SARS, que también manejó notablemente bien.
Vietnam realizó su primera evaluación de riesgos inmediatamente después de identificado un grupo de enfermos de «neumonía grave de etiología desconocida» en Wuhan, China, a comienzos de enero de 2020.
Desde el momento en que se confirmaron los dos primeros casos esta nación comenzó a aplicar medidas de precaución reforzando las acciones de detección de la enfermedad.
Como resultado, el 29 de abril el primer ministro Nguyen Xuan Phuc declaraba el “control básico” de la infección.
De esa forma, el país indochino se convirtió en el primero en el mundo capaz de conseguir semejante logro, pese a tener una población de más de 96 millones de habitantes y mil 300 kilómetros de frontera con China, entonces epicentro de la pandemia.
ADAPTACIÓN SEGURA Y FLEXIBLE
Avanzar hacia la adaptación segura y flexible a las nuevas condiciones y mantener el control efectivo de la enfermedad, fueron premisas fundamentales de la estrategia de recuperación trazada por el gobierno para sacudirse las secuelas del azote de la pandemia de Covid-19.
En un discurso pronunciado a mediados de 2021, el secretario general del Partido Comunista de Vietnam, Nguyen Phu Trong, llamaba a mantener el espíritu de “luchar contra la pandemia como luchar contra el enemigo” y de anteponer la salud y la vida de la población a todo lo demás.
Con anterioridad, el Gobierno había establecido un fondo de vacunas contra la Covid-19 que movilizó más de 382 millones de dólares.
Además, el ejecutivo vietnamita comenzó la mayor campaña de vacunación en todo el país, la cual permitió superar la meta establecida por la OMS para fines de 2021 de tener al menos el 79 por ciento de la población con una dosis y el 66 por ciento con el esquema básico completo.
Con ello, y la resuelta incorporación de los vietnamitas a la lucha contra el virus a través de la práctica constante del protocolo sanitario 5K (mascarillas, desinfección, distancia, sin multitudes y declaración médica), Vietnam pudo a mediados de marzo último abrir por completo sus fronteras internacionales para dar un empujón al sector turístico.
Para contrarrestar los efectos de la pandemia, el Gobierno liberó un paquete de mil 134 millones de dólares para ayudar a empleados y patrones afectados por la Covid-19, y contribuyó de forma significativa a garantizar la seguridad social y reanimar la vida económica.
Sólo en el primer semestre de este año, y como parte del Programa de Recuperación y Desarrollo Socioeconómico, el Banco de Políticas Sociales otorgó préstamos preferenciales por más de 381 millones de dólares.
Tales prestamos permitieron generar casi 496 mil empleos y ayudaron a más de tres mil 100 trabajadores a ser contratados en el extranjero.
La propia entidad concedió en 2021 empréstitos por más de tres mil 478 millones de dólares, para beneficiar así a unos dos millones de personas, especialmente de hogares pobres, y propiciar la creación de 608 mil 700 puestos de trabajo, así como la recuperación de los negocios de mil 357 empresas.
De otro lado, y en la importante reanimación del consumo interno, desempeñó un rol esencial el crecimiento sostenido de la economía digital durante la pandemia, la cual actuó como un factor de aceleración de todos los procesos vinculados al sector.
La digitalización se convierte en una parte integral de la vida diaria de los consumidores vietnamitas, lo cual propicia que esa rama de la economía del país esté creciendo a dos dígitos.
De ahí que el valor total de ese mercado alcanzará los 57 mil millones de dólares en 2025, pronosticó el sitio web eastspring.com.
El portal recordó que el 56 por ciento de la población es menor de 35 años, mientras las generaciones X y Y (nacidos de 1965 a 1981 y de 1982 a 1994, respectivamente) forman la mayor parte de la fuerza laboral y los principales mercados de consumo nacional.
Con una mayor utilización de Internet, teléfonos inteligentes y varias plataformas de compras en línea, el comercio electrónico en Vietnam podría alcanzar un crecimiento del 25 por ciento anual y tener un valor de mercado de 35 mil millones de dólares para 2025, una décima parte de las ventas minoristas totales, según la visión de largo plazo del país.
SÓLIDO PILAR ECONÓMICO
De ser considerada en 1980 por el Banco Mundial como una de las economías más atrasadas del planeta, Vietnam, el flamante “tigre asiático” del siglo XXI, se erige hoy como una de las mayores fortalezas económicas de la región y el orbe.
Vietnam y las pautas de un tigre de cuarta generación
Un proceso de Renovación (Doi Moi) iniciado a partir de 1986 bajo la guía del Partido Comunista (PCV) hizo posible que desde la década de 1990 el país comenzara a mostrar una sostenida tasa de crecimiento promedio anual de alrededor del ocho por ciento en su Producto Interno Bruto (PIB).
La tendencia se prolongó, aunque con menores índices, durante la nueva centuria e incluso pese al azote de la pandemia de Covid-19 su economía logró crecer 2,91 por ciento en 2020 y 2,58 puntos porcentuales el pasado año.
Por otro lado, logró atraer un importante y creciente volumen de inversión extranjera directa en las últimas décadas, por lo que cuenta hoy con 34 mil 898 proyectos válidos para un capital registrado total de 426 mil 140 millones de dólares.
Según expertos, el crecimiento económico vietnamita está sustentado, en gran parte, por su orientación a las exportaciones.
En 2021, las ventas al exterior rondaron los 336 mil 250 millones, para un alza interanual del 19 por ciento, asegurando por sexto año consecutivo un superávit comercial de más de cuatro mil millones de dólares.
Vietnam figura hoy, además, como uno de los cuatro países del mundo al que la agencia de calificación de riesgos Moody’s mejoró las puntuaciones desde inicios del año hasta la fecha.
Ello refleja la creciente fortaleza de su economía y una mayor resistencia a los impactos macroeconómicos externos, que son indicativos de una mayor efectividad de las políticas.
La calificación también refleja una base fiscal más sólida respaldada por costos de endeudamiento razonables, una gestión prudente de la política fiscal y una mayor liquidez de deudas gubernamentales.
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