De acuerdo con la entidad oficial, el Producto Interno Bruto (PIB) del Reino Unido creció en un 0,2 por ciento, tras experimentar una caída del 0,6 por ciento en junio.
La ONS apuntó que detrás del tímido crecimiento estuvo el sector de los servicios, que se benefició de la celebración en julio en el país del campeonato europeo de fútbol femenino, y los Juegos de la Mancomunidad Británica de Naciones.
La producción y la construcción cayeron, sin embargo, en un 0,3 y un 0,8 por ciento, respectivamente, debido a una disminución en los suministros de electricidad, gas, vapor y aire acondicionado, agregó.
En declaraciones a la versión digital del diario The Guardian, el economista Jake Finney consideró que a pesar de las cifras positivas divulgadas por la ONS, los pronósticos son que la economía británica se contraiga en el tercer trimestre del año.
Ello significa que el Reino Unido entrará en una recesión técnica por primera vez desde el levantamiento de las restricciones por la pandemia de Covid-19, afirmó el empleado de la firma de contabilidad PwC.
La semana pasada, la primera ministra Liz Truss anunció un plan económico y financiero para aliviar la crisis del costo de la vida provocada por el aumento de los precios globales de los combustibles y de los alimentos.
El paquete de medidas de la flamante gobernante conservadora contempla el congelamiento del precio de la tarifa energética en dos mil 500 libras esterlinas (dos mil 800 dólares) durante los próximos dos años, y la entrega de ayuda a las empresas privadas.
Los economistas consideran que el plan de Truss podría ayudar a frenar la inflación, que en julio pasado se situó en el 10,1 por ciento por primera vez en los últimos 40 años, y aliviar la gravedad de la recesión que se avecina.
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