Por Joel del Río (Colaborador de Prensa Latina)
Es cierto que la tradición judeocristiana condena la homosexualidad sobre todo a partir del castigo enviado a Sodoma y Gomorra, ciudades dominadas también por la iniquidad, la violencia y la injusticia, temas que se rememoran en otros pasajes posteriores de la Biblia donde ya no se menciona la homosexualidad o sodomía.
Y también está el par de versículos que pueden leerse en el Antiguo Testamento, exactamente en Levítico 18-22 y Levítico 20-13, y se toman al pie de la letra, y se olvida que Levítico es uno de los libros más antiguos de la Biblia; fue escrito alrededor del año 1512 antes de Cristo, y está considerado un texto histórico en tanto contiene un manual para uso de los levitas, o sacerdotes encargados del culto religioso.
De modo que los versículos mencionados forman parte del esfuerzo de un pueblo antiguo por mantenerse a salvo, cerrado en sí mismo, en el aspecto religioso y cultural, para resistir el embate de las costumbres cananeas, asirias, babilonias, caldeas y egipcias.
Varios siglos después, en la Epístola a los romanos, 1:24-27, y en la Primera Epístola a los corintios (6:9-10) Pablo de Tarso condena explícitamente la homosexualidad masculina y la femenina.
Los cristianos fundamentalistas, los que se oponen al Código con todas sus fuerzas, interpretan literalmente estos versículos, y olvidan, o prefieren olvidar, la celebración del matrimonio cristiano que el mismo Pablo de Tarso escribió en 1 Corintios 13,4-7, uno de los textos más populares de la biblia:
“El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.”
Al menos yo estoy profundamente convencido de que el texto bíblico está hablando de amor en un sentido universal y ecuménico, tal y como lo suscribe el nuevo Código de las Familias a referendo popular en Cuba el próximo domingo en muchos de sus momentos.
Porque pudiera enumerar centenares de versículos bíblicos que hablan de mandamientos del amor y equidad, como seguramente los entienden miles de cristianos episcopales, metodistas, anglicanos, luteranos, bautistas y presbiterianos, por solo mencionar algunos de los que aceptan la homosexualidad, e incluso bendicen uniones matrimoniales de este tipo.
Necesitamos menos sectarismo y esquemas, más comprensión, y aceptación de la diversidad, y justicia para los que no son o no piensan de acuerdo con norma impuestas desde los tiempos del Levítico.
mgt/may/joe
*Joel del Río es Doctor en Ciencias del Arte, crítico de arte, periodista y profesor de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de Cuba y de la Facultad de las Artes de los Medios de Comunicación Audiovisual, de la Universidad de las Artes de Cuba.