Durante un encuentro en Casa de las Américas, la especialista afirmó el carácter transformador y educativo del texto legislativo que obedece a un cambio cultural porque refleja la realidad familiar existente y extiende su manto protector a todas las personas.
Es una ley cubana que tiene entre sus principios la búsqueda de la felicidad y desarrolla y amplía coherentemente los contenidos que en materia familiar se registran en la Constitución de la República de 2019, aprobada con el 86 coma 8 por ciento de los votos del pueblo, sentenció.
González destacó la fortaleza de la norma teniendo en cuenta los paradigmas constitucionales de pluralidad y diversidad familiar, igualdad y dignidad humana; y su coherencia con los tratados internacionales que defienden los derechos del niño, la mujer y las personas con discapacidad.
Según manifestó la jurista, el nuevo Código de las Familias resulta imprescindible para la sociedad y su virtud radica, precisamente, en la protección que ofrece a todos los modelos familiares y las alternativas para la solución de conflictos.
Al decir del crítico teatral Jaime Gómez, sus artículos están en correspondencia con los valores de la Revolución cubana que ha puesto la justicia social y los derechos al centro de su proyecto de emancipación y descolonización.
Con el aporte de las ciencias sociales y jurídicas y la participación popular se concibió esta norma que se proyecta en función de esa sociedad a la que aspiramos donde se reconozcan todos los derechos para todas las personas y prevalezcan el amor, la justicia y la solidaridad, expresó.
Me gusta que lo defendamos y espero que gane el Sí el domingo venidero porque de este documento emanará nuestra vida futura, tal y como la merecemos, expresó la investigadora y especialista en Estudios de la Mujer, Zaida Capote.
La también ensayista y crítica literaria aseveró que la norma jurídica cambiará para mejor los horizontes de la sociedad porque quienes lo redactaron pensaron en nuestras potencialidades como pueblo y en el mejoramiento humano que quería Martí.
El debate entre notables intelectuales llevó por nombre “Para defender el amor y la esperanza” y, precisamente, convidó a las personas a la custodia de esos valores y sentimientos en el sitio donde tantas veces confluyó la llamada gran familia latinoamericana y caribeña.
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