El alza, séptima consecutiva que aplica la institución, representa un incremento de 50 puntos básicos, comparado con el 1,75 por ciento fijado anteriormente.
Según se informó, la decisión se aprobó por apenas un voto de diferencia, ya que cuatro de los nueve miembros del Comité de Política Monetaria se opusieron al aumento de la tasa de interés, aunque algunos analistas esperaban que fuera aun mayor.
El Banco de Inglaterra advirtió, además, que Reino Unido podría estar ya en recesión técnica, debido a que se encamina a tener su segundo trimestre consecutivo sin crecimiento económico.
Afirmó, no obstante, que la decisión de congelar a partir de octubre próximo el precio máximo de la tarifa energética contribuirá a que la inflación no supere el 13 por ciento pronosticado inicialmente, y se mantenga por debajo de 11 por ciento.
Los dos principales partidos opositores, el Laborista y el Liberal Demócrata, coincidieron en culpar a sus rivales conservadores del aumento de los tipos de interés.
De acuerdo con ambas organizaciones, los préstamos adquiridos por el Gobierno para compensar a las compañías proveedoras por la congelación del precio de la electricidad y gas, y costear la reforma tributaria dejaron sin opciones al Banco de Inglaterra.
Ese enfoque imprudente representa un riesgo enorme para las finanzas familiares, aseveró la diputada laborista Rachel Reeves, quien se desempeña como ministra de Hacienda en el llamado gabinete a la sombra (opositor).
La Confederación de Industrias Británicas apuntó, por su parte, que la congelación de la factura energética ayudará a reducir la inflación a corto plazo, pero advirtió que la presión de los precios seguirá afectando al sector empresarial.
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