En el camino hacia ese propósito un paso de gigantes se dio en 2016 con la firma del Acuerdo de Paz entre el Estado, representado por el gobierno de Juan Manuel Santos, y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP).
Sin embargo quedó inconcluso un proceso de diálogo con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la otra gran fuerza insurgente en el país, que se dio por cerrado durante la gestión de Iván Duque.
La elección de Gustavo Petro como presidente del país abre nuevas posibilidades a la búsqueda de esa paz que ha sido esquiva a los colombianos desde los primeros intentos de diálogo entre el Estado y las guerrillas.
El mandatario fue claro, aspira a la paz total y para ello está dispuesto a negociar con todos, sin embargo el ELN, si bien aplaudió y apoya el reinicio de las conversaciones de paz, tiene muy presente los errores y dificultades que atentaron contra procesos anteriores.
Esa fuerza insurgente fundada en 1964 está convencida de que la paz en Colombia solo será una realidad si el Estado, y el país en su totalidad, son objeto de cambios profundos dirigidos a terminar con las grandes diferencias sociales propias de un sistema que concentra las riquezas en manos de unos pocos.
El comandante Pablo Beltrán, jefe de la delegación del ELN en La Habana para el diálogo con el Gobierno de Petro, conversó sobre el tema en exclusiva con la sección Escáner de Prensa Latina, y argumentó que entre los cambios a llevar adelante está el relacionado con la doctrina de seguridad y defensa nacional.
Según el jefe guerrillero se trata de un reclamo del pueblo colombiano, que llama a cambiar la doctrina del “enemigo interno” bajo la que operan las fuerzas de seguridad en el país.
“Las fuerzas armadas son para cuidar las fronteras, no para atacar la población, estamos hablando de un cambio estructural”, apuntó.
Pero no solo se trata de políticas internas, acotó, y recordó que Colombia es el principal aliado militar de Estados Unidos en América Latina, y que el Plan Colombia, también conocido como Plan para la Paz y el Fortalecimiento del Estado, esa una de las principales acciones de la proyección militar de la nación norteña hacia el resto del continente con la complicidad expresa de Bogotá.
“¿Estados Unidos lo va a permitir (cambio de doctrina)?, el gobierno de izquierda ¿tiene la correlación de fuerzas para hacerlo?”, inquirió Beltrán, consciente de la fuerte influencia del Pentágono en las estructuras de mando y formación de personal de las fuerzas armadas colombianas.
Uno de los ejemplos más recientes de ese reclamo es el de desmilitarizar a la policía, exigencia que tomó mayor fuerza a raíz de las protestas sociales de 2021, cuando los Escuadrones Móviles Antidisturbios (Esmad) reprimieron con fuerza excesiva a los manifestantes.
El pueblo ha dicho “no queremos que a la protesta social se le dé trato de guerra”, de ahí el reclamo de sacar a la policía del Ministerio de Defensa, apuntó Beltrán.
En esto, advirtió, tiene mucho que ver el tema de la corrupción y su relación con la cúpula militar. Se trata de un asunto histórico, “en Colombia el Estado no pelea con la mafia, la mafia es el Estado”, aseguró.
No se trata de dos o tres generales, insistió, sino del conjunto de las estructuras del Estado que están copadas por ese poder mafioso.
El comandante guerrillero advirtió que el gobierno progresista de Petro “no la tiene fácil”, pues recibe un Estado captado por las mafias.
-Desde la década de 1980 hasta la fecha son varios los intentos de diálogo entre diferentes Gobiernos y el ELN para poner fin al conflicto sin resultados concretos, ¿a qué se debe esa falta de resultados definitivos?
“Para lograr la paz se requiere voluntad política y buena fe, opinó, y ambas cosas han faltado a los distintos gobiernos que han pasado por la Casa de Nariño (sede del ejecutivo) por una razón muy simple: el régimen político colombiano está acostumbrado a la guerra porque es la única manera de proteger el modelo económico vigente.
La idea de terminar con la guerra, presagió, implica hacer ajustes a un modelo económico profundamente depredador, padre de la desigualdad social, y dedicado exclusivamente a enriquecer a unos pocos.
Esa, afirmó, es la razón de fondo por la cual la élite gobernante en Colombia nunca busca la paz, en cambio busca pacificar, que es diferente.
Entonces, no se ha prosperado en las conversaciones con los gobiernos anteriores porque fundamentalmente buscan desaparecer a la guerrilla revolucionaria, dejar intacto el modelo de país y culpar de los problemas a los desmovilizados, explicó Beltrán.
Nosotros hemos dicho desde el principio ‘no, ese no es el camino del ELN’, el ELN tiene un mandato en sus 33 años de lucha: el de buscar paz con justicia social. Si es así nos entendemos, agregó”.
-El ELN apoya la propuesta del presidente Petro de reiniciar los diálogos de paz, sin embargo hizo público su desacuerdo con la propuesta de Paz Total del mandatario.
“Entre los acuerdos firmados en 2016 con el gobierno de Santos para una agenda de negociación, y que son la base para el próximo proceso de diálogo, quedó claro el principio de ‘construir una visión común de paz’.
Diferimos con la propuesta de Paz Total por considerarla muy cargada de términos dirigidos a la pacificación, y vemos como un error igualar a la pacificación con la paz.
Llevamos un debate de 30 años que se resume en dos puntos: ese régimen ha intentado darle un estatus político a bandas, clanes y carteles; en cambio a las guerrillas revolucionarias como el ELN rebajarle el estatus político y mostrarlas como delincuencia común.
¿Cómo le van a dar estatus político a quien solamente mata para enriquecerse, y a nosotros que hacemos delitos políticos, que buscamos un cambio en el Estado bajo criterios de no beneficio personal, presentarnos como delincuentes comunes?
Aceptar esas condiciones sería renunciar a nuestros principios, ilegitimar la rebelión. En eso somos radicales, a cada cosa hay que ponerle su nombre y si en alguna parte el proyecto de Paz Total se desliza para cualquiera de los dos lados no estamos de acuerdo”.
Sin embargo, aclaró el jefe guerrillero, el nuevo Gobierno ha reiterado que “con el ELN se trata de una negociación política porque es un actor político, una fuerza político-militar que reconoce; y nosotros por nuestra parte, reconocemos al Gobierno progresista que representa al Estado, son niveles de reconocimiento mutuo”.
-¿Ve el ELN posibilidades reales de lograr un acuerdo de paz con el Gobierno de Petro?
“Pienso que por primera vez tenemos enfrente a un ejecutivo con voluntad política y buena fe. Eso nunca lo habíamos tenido.
Pero, ¿cuál es el problema? este Gobierno no representa a todas las élites dominantes en Colombia, y dentro de cuatro años puede volver al poder uno de derecha. ¿Qué previsiones tenemos para ese escenario? Estos procesos pueden comenzar bien, llegar a buenos puertos, pero necesariamente tienen que prever involuciones.
¿Cuándo se acaba esa amenaza?, tenemos que acabarla entre todos. El presidente Petro puede tomar muchas medidas de regularización de cultivos, sustitución voluntaria, acabar las fumigaciones con glifosato, pero si en Estados Unidos, principal consumidor, sigue la prohibición, la represión y la guerra, y persistirás las mafias.
El presidente Petro lo ha dicho: ‘hay una amenaza transnacional’, pero esa amenaza no son solamente los carteles, la principal es la guerra fracasada contra las drogas que tiene una política de reproducir a esas organizaciones criminales”.
-El ELN ha denunciado reiteradamente la injerencia de Estados Unidos en los asuntos internos de Colombia; de cara a un proceso de diálogo ¿cómo conciliar la presencia de Washington?
“Si preguntamos a alguien del Departamento de Estado ¿Qué significa Colombia para Estados Unidos?, responderá: ‘es nuestro principal aliado en el continente’.
Varios expertos colombianos caracterizan la relación de la élite gobernante nacional con la de Estados Unidos, y coinciden en que se trata de una relación de subordinación consentida.
¿Cómo se rompe eso?, durante el estallido social del año pasado el mandato en las calles fue el de cambiar esa relación, ‘no más miseria, no más desempleo, no más saqueo de los recursos naturales, no más depredación medioambiental’.
Como ELN nos hemos pronunciado al respecto, queremos que Estados Unidos respete el mandato del pueblo en las calles cuando exigió como uno de los principales cambios el de cero guerra.
Los acuerdos con las FARC fueron saboteados por Estados Unidos, se firmaron convenios de sustitución voluntaria de siembra de coca, ¿qué hizo la DEA (Agencia Antidrogas norteamericana)? impulsar la fumigación, la fabricación forzada, coger a patadas lo que se firmó.
A los jefes negociadores de las FARC les hicieron entrampamientos para justificar su detención y posterior extradición, eso llevó a que se rearmaran, así sabotearon la implementación del acuerdo.
¿Si eso hicieron a las FARC, van a hacer lo mismo con el ELN?, ¿el pueblo colombiano permitirá que se interpongan a su decisión de que haya paz?
El asunto no es fácil, pero Estados Unidos tiene que respetar las decisiones mayoritarias del pueblo colombiano, es su derecho a autodeterminarse.
Por otra parte las élites dominantes que han tenido esa posición de subordinación deben dejar de tenerla, deben pensar más en el interés nacional.
Solo el gobierno no puede lograrlo, una mesa de negociaciones ayuda a que se avance en esa dirección, se trata de transformaciones estructurales, pasar de una situación de subordinación a una de independencia, soberanía y autodeterminación. No es un cambio fácil”.
avs