En su informe de otoño, esas entidades recalcaron tal parecer. Los institutos pintan un panorama con un drástico aumento de los precios de la energía, alzas en los costos de la producción que llevan también a subidas en otros productos y a niveles de inflación no vistos desde la década de los 70.
Pese a ello, interpretaron como factor positivo cierta estabilidad del mercado laboral donde, pese a que baja la demanda de mano de obra, las empresas -ante la escasez de personal- hacen esfuerzos por mantener sus empleados.
Refieren que el conflicto en Ucrania y la crisis resultante en los mercados energéticos a causa de sanciones occidentales contra Rusia, llevaron a una clara caída de la economía alemana.
El experto en análisis de coyuntura del Instituto Leibniz de Estudios Económicos de Essen (RWI), Torsten Schmidt, se refirió a estos aspectos durante la presentación del informe conjunto titulado Crisis energética: inflación, recesión, pérdida de bienestar.
Reflejaron que los altos precios de la energía y de los alimentos, que seguirán subiendo el año próximo, llevan a una pérdida de la capacidad de compra.
Los institutos, frente a la crisis, rebajaron casi a la mitad su pronóstico de crecimiento para este año que ahora sitúan en 1,4 por ciento tras la caída registrada en la segunda mitad del año.
Las tasas de inflación seguirán siendo altas, alertaron. Para 2023 se espera un dato sobre el particular internanual del 8,8 por ciento, ligeramente por encima del 8,4 por ciento estimado para este año.
En el informe conjunto participaron el RWI de Essen, el IWH de Halle, el IFO de Múnich y el Instituto de Economía Mundial (IfW) de Kiel.
El informe es una de las bases a partir de las cuales el Gobierno alemán hace sus propias proyecciones económicas.
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