Necesitamos hacer las cosas más rápido en este país, así que voy a hacerlo de manera diferente, y ello implica tomar decisiones difíciles y alteraciones a corto plazo, escribió la gobernante conservadora en un artículo de opinión publicado este sábado en el tabloide The Sun.
Tras señalar que “no a todo el mundo le gustará lo que estamos haciendo”, Truss aseguró que está decidida “a tomar un nuevo camino para desatar el potencial del Reino Unido, hacer crecer la economía y ofrecer a todos un futuro mejor”.
La histórica rebaja fiscal anunciada la semana pasada por el ministro de Hacienda, Kwasi Kwarteng, contempla, entre otras medidas, la eliminación del límite a las bonificaciones que reciben los banqueros.
Aunque da marcha atrás al impopular aumento del 1,25 por ciento del impuesto sobre la nómina introducido en abril pasado, también retira el tope del tributo que deben pagar las personas de mayores ingresos, por los que sus detractores alegan que solo los ricos y las grandes corporaciones saldrán beneficiados con el plan del Gobierno conservador.
La noticia de que la histórica rebaja de impuestos costará 45 mil millones de libras esterlinas (48 mil millones de dólares), y que el multimillonario paquete de ayuda energética para el sector residencial y las empresas privadas será financiado con préstamos del Gobierno sacudió los mercados financieros, e hizo caer la libra a su nivel más bajo de los últimos 37 años.
Tras la debacle, que motivó incluso una inusual advertencia a Londres del Fondo Monetario Internacional de que un recorte fiscal de esa magnitud era inadecuado en medio de la creciente inflación, el Banco de Inglaterra anunció a mediados de esta semana que compraría los bonos del Estado para apuntar la divisa británica y estabilizar los mercados.
El electorado británico tampoco está muy contento con la gestión de Truss, quien sustituyó al dimitente Boris Johnson tres semanas atrás, y juzgar por los resultados de un sondeo divulgado la víspera por la empresa YouGov.
Según la encuesta, el 51 por ciento de las personas entrevistas, entre ellas un 36 por ciento que se declaró conservador, cree que la gobernante debe renunciar.
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