Lo anterior se traduce en que, según el ensayo de integridad, los votos dados por los electores fueron los mismos registrados por los receptáculos electrónicos de los candidatos.
Desde 2002, tal examen simula una votación normal y se realiza en las cortes electivas regionales el día del sufragio.
El objetivo es verificar si el voto depositado es el mismo al que la máquina electrónica registra.
La prueba fue hecha en 640 urnas aleatorias y retiradas de las secciones. La votación de la prueba de integridad es filmada y, al final, los fiscales comprueban si el boletín de urna coincide con los votos insertados.
Según De Moraes, «todas las urnas verificaron los votos dados en la urna con los votos dados en papel».
Reiteró que estos aparatos electrónicos son fiables y auditables, y el proceso de votación es transparente.
Asimismo, que el proyecto piloto con biometría, hecho en 20 estados y en el Distrito Federal con 58 urnas, no presentó diferencias.
«Del mismo modo, no hubo ninguna divergencia, ciento por ciento de aprobación en la prueba de integridad con biometría», refirió.
Es decir, remarcó, nuevamente en la primera vuelta de 2022 «se repitió lo ocurrido en las elecciones 2020, 2018, 2016. (…) Veinte años de absoluta probidad de las máquinas electrónicas con comprobación inmediata por la prueba de integridad».
La biometría fue una reivindicación del Ministerio de Defensa, que integra con el TSE y otros órganos una comisión de transparencia de las elecciones. De Moraes precisó que participaron 493 voluntarios.
Al final de la primera ronda del referendo, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, candidato del Partido de los Trabajadores, alcanzó un 48,43 por ciento de la preferencia del electorado (57 millones 258 mil 115 votos).
El exdirigente obrero resultó seguido en urnas por el mandatario de tendencia ultraderechista Jair Bolsonaro, quien recibió 43,20 por ciento (51 millones 72 mil 345).
Sin embargo, ninguno de los aspirantes al poder logró en ese primer pleito la mayoría absoluta de votos, es decir, más de la mitad de válidos (excluidos blancos y nulos), como establece la legislación brasileña para ser electo.
Actualmente, Lula y Bolsonaro participan en estratégicas campañas electivas rumbo a una segunda ronda de la justa comicial, prevista para el 30 de octubre.
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