Por Amelia Duarte de la Rosa
Periodista de la Redacción África y Medio Oriente
El plan de la institución internacional fue poner en escuelas y lugares seguros a las menores de 18 años en riesgo de ser desposadas, instruyó a más de 300 mil jóvenes en la necesidad de soslayar esta práctica nociva y capacitó en cuidado de genitales femeninos a 900 trabajadores de la salud.
La representante del Unfpa en Nigeria, Ulla Mueller, dio a conocer los resultados del programa en la Cámara de Representantes durante el análisis del panorama nacional sobre violencia sexual y de género, y fístula obstétrica en el país.
Del programa también sobresalió que unas cinco mil menores y mujeres de la nación viven con fístulas obstétricas, una de las lesiones más graves y trágicas que pueden ocurrir durante el parto.
Especialistas de todo el orbe coinciden en la necesidad de poner fin a la violencia de género, pero reconocen que el complejo escenario de este y otros países africanos requiere comprensión e involucrar a las comunidades y a sus féminas.
En agosto de 2022, un informe de la Encuesta Nacional de Cobertura de Inmunización en colaboración con Unicef, reveló que en Nigeria hubo una disminución significativa en la cantidad de niños que se casan antes de la mayoría de edad.
Sin embargo, varios estudios locales aún reflejan la inseguridad que viven muchas mujeres y niñas, quienes padecen una brutalidad y abuso horrendos, lo cual aumenta la tasa de mortalidad y vulnerabilidad a la explotación.
DEL PROGRAMA DE UNFPA A LA REALIDAD
Según Unicef, esa práctica tan antigua y común en la región está impulsada por la desigualdad de género y la creencia en la inferioridad de las mujeres frente a los hombres, e impide la libertad física de los niños, así como la capacidad de decidir su futuro.
En Nigeria constituye un problema social, pues al menos 11 de sus 36 estados aún no adoptan la ley de protección de la infancia, según datos oficiales.
Promulgada en 2003, la Ley de Derechos del Niño es el acto jurídico por el cual este país se incorporó a la Convención sobre los Derechos del Niño y la Carta Africana de Derechos y Bienestar del Niño.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos define la legislación como la “ley que garantiza los derechos de todos los niños”, considerando como menores cualquier persona por debajo de 18 años.
Consciente de los retos a los que se enfrentan los infantes en todo el país, la Comisión se encarga, a nivel federal, de la aplicación de la ley de cara a los compromisos internacionales, pero la regulación resulta problemática, pues las leyes no son inmediatamente aplicables en todos los estados.
Además, la Constitución nigeriana establece que las cuestiones relacionadas con la infancia son competencia de cada región.
Por ejemplo, Imo -donde predomina el cristianismo- fue uno de los primeros estados en adoptar la ley en cuestión, en 2004, pero su ejecución constituye un problema y muchas familias fuerzan a las hijas a casarse contra su voluntad si experimentan un embarazo no deseado.
Por otro lado, la provincia musulmana de Kano tiene una de las cifras de matrimonio infantil más altas, votó para aprobar la Ley de Protección del Niño casi una década después, en febrero de este año, pero aún no la implementan.
Ni la Constitución nigeriana, ni la Carta Africana sobre los Derechos y el Bienestar del Niño -adoptada por la Unión Africana en 1990- permiten esa práctica por considerar la mayoría de edad después de los 18 años.
No obstante, un artículo de la Carta Magna del país contradice esos principios, al definir a cualquier mujer casada como mayor de edad, sin tener en cuenta cuántos años tiene al contraer nupcias.
NIÑAS CASADAS
De acuerdo con la organización Girls not Brides (Niñas, no novias), en Nigeria viven 4,1 millones de niñas casadas, lo cual implica que casi el 50 por ciento de las pequeñas se enlazan antes de cumplir los 18 años, y el 16 por ciento se casa antes de los 15.
Uno de los principales factores para perpetuar la práctica de novias infantiles es la pobreza, ya que las familias con menos recursos casan a sus hijas pequeñas para disminuir la carga económica, refiere esa institución.
Otro elemento son los niveles de educación, pues sólo el nueve por ciento de las niñas que completaron estudios superiores se unen antes de la mayoría de edad, frente al 73 por ciento de las mujeres sin educación formal.
El matrimonio infantil forzado también puede estar motivado por los vínculos políticos y el afán de crear alianzas con o entre familias ricas, lo cual las convierte en meros medios de negocio y comercio.
Las prácticas culturales nocivas y la religión son también causas de este fenómeno, pues la idea subyacente en esas uniones a edades tan tempranas es asegurar que se casen vírgenes, para salvar el honor de la familia.
En tanto, la religión se convierte en marco de apoyo para esas tradiciones culturales persistentes.
En el norte de Nigeria, de mayoría musulmana, se mantiene la idea de que la madurez de una niña se define por su aspecto físico y menstruación, y ambas cosas suelen ocurrir mucho antes de los 18 años.
COMO ARMAS DE GUERRA
Por último, los conflictos armados son otro factor que contribuye al creciente número de novias forzadas.
Grupos como Boko Haram utilizan repetidamente a las infantas secuestradas como armas de guerra: por un lado, debilitan a las comunidades afligidas y, por otro, constituyen un incentivo para los futuros reclutas masculinos, a quienes se les promete “premiar” con esposas jóvenes y vírgenes si se unen a sus filas.
El uso de las menores como armas de guerra también tiene el efecto contrario, pues las familias casan a sus hijas a una edad temprana en un intento de protegerlas, afirman expertos. Aunque se realizan algunos esfuerzos para poner fin a esta práctica, hay falta de coherencia en las políticas establecidas en el país.
Nigeria se comprometió a erradicar el matrimonio infantil para 2030 como parte del Objetivo de Desarrollo Sostenible, sin embargo, la situación parece estar en una encrucijada, pues teniendo en cuenta el complejo sistema legal, sólo con la decisión del gobierno podría ser exitosa.
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