La singular “pesquería” se ejecuta en el embalse Cerrón Grande, con una superficie de 135 kilómetros cuadrados, donde los hombres de anzuelos y redes, de piel curtida por el sol, “pescan” la basura que destruye su fuente de vida.
El embalse que abarca los departamentos de Chalatenango, Cuscatlán y Cabañas en el norte del país es ahora un depósito de basura y de plástico en un entorno que en algún momento entró en la categoría de sitio Ramsar, un protocolo internacional que busca la defensa y protección de diversas áreas en el mundo.
El área está afectada por cientos de toneladas de basura y plásticos, desechos manejados incorrectamente que llegan desde los ríos que se conectan con El Lempa, como el Acelhuate, que desde San Salvador arrastra grandes cantidades de basura hasta depositarlas en su desembocadura en el Cerrón Grande.
En lo que fue una zona protegida debido a la biodiversidad del lugar y su vitalidad como fuente de vida y trabajo para las poblaciones circundantes, ahora se observan embarcaciones que “pescan” cientos de toneladas de sólido en medio del chapotear de algunas aves que aún llegan al lugar.
Según datos del Ministerio de Medio Ambiente, a diario se generan cuatro mil 226.48 toneladas de desechos en El Salvador, de las cuales el 80 por ciento, o sea, tres mil 381, terminan en rellenos sanitarios, y un 20 por ciento no es manejado correctamente, pues unas 845 toneladas van a parar a los ríos, lagos y playas del país.
Hoy estos depósitos hacen imposible uno de los trabajos que más generan ingresos a las familias de la zona: la pesca artesanal.
Antes de la invasión de la basura, un pescador con arpón, por ejemplo, conseguía capturar 14 docenas de tilapias y sacaba cerca de 30 o 40 dólares al día. Ahora ni llegan a la mitad durante una jornada de trabajo, comentaron.
Este año, incluso, los ganaderos de la región tuvieron que tomar medidas para que sus vacas pudieran tomar agua, ya que era tanta la basura que impedía el acceso a esa fuente del vital liquido y cuando lo hicieron muchos animales se enfermaron por ingerir trozos de plástico.
Los que pescaban con arpón lo dejaron de hacer por la poca visibilidad en el agua, y pese a las multas de las autoridades contra los que generan el problema, pescadores, ganaderos y agricultores siguen la faena de limpieza y responsabilizan a la gente de la ciudad.
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