Durante una conferencia de prensa en la sede de la alianza, Stoltenberg rehusó en dos ocasiones mostrar las supuestas pruebas que -dijo- habrían suministrado servicios de inteligencia, sin especificar su origen.
La Unión Europea (UE), por su parte, impuso nuevas sanciones contra cinco personas y tres empresas de Irán a las que considera involucradas en la supuesta entrega de drones a Rusia.
El embajador ruso adjunto ante la ONU, Dmitry Polyanskiy, aseguró ayer que los países occidentales «no han presentado ninguna prueba» de ese uso de drones iraníes, y añadió que los equipos que se han empleado en Ucrania «están fabricados en Rusia y tienen incluso etiquetas rusas».
Analistas políticos destacan esta jornada que la alianza atlántica utiliza esas justificaciones para enviar a Ucrania un nivel de ayuda militar sin precedentes.
El Consejo Europeo y la Eurocámara se pronunciaron la víspera por aumentar el fondo de financiamiento y el suministro de armamentos a Kiev en el presupuesto previsto para el próximo año.
Asimismo, agencias de prensa destacan como Stoltenberg, luego de reunirse con el primer ministro sueco, Ulf Kristersson, aumentó el matiz bélico de su discurso al calificar de inconcebible que los aliados no actúen si hay algún tipo de presión de Rusia contra Suecia y Finlandia, aunque esos países no sean miembros activos de la organización.
Luego de la operación militar especial en Ucrania anunciada el pasado 24 de febrero por el presidente ruso, Vladimir Putin, la OTAN activó mecanismos para acelerar el ingreso de Suecia y Finlandia a ese bloque.
Para los observadores políticos, de esta forma se extendería el hipotético frente contra Rusia, ante una eventual situación de guerra.
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