La insignia nacional, creada en 1903 según historiadores por Manuel E. Amador, hijo del primer presidente de la República, Manuel Amador Guerrero, tiene forma rectangular a tres colores (azul, rojo y blanco) y sus dos estrellas (azul y roja).
De acuerdo con el protocolo, la estrella azul de cinco puntas en su centro orientada hacia arriba debe aparecer siempre a la izquierda, en el rectángulo de color blanco, el llamado cantón de honor.
El color azul representa al entonces partido Conservador y el rojo al Liberal, ambos heredados de Colombia. El blanco es la paz para hacer patria en la nueva nación.
La estrella azul simboliza pureza y honestidad que norman la vida; y la roja es la autoridad y la ley que habrá de imponer el imperio de esas virtudes.
En estos días, el lienzo tricolor flamea en las principales celebraciones, las cuales tienen sus abanderados oficiales, una tradición que establece sea portada por ciudadanos insignes y que en este año recayó en la campeona de boxeo de los Juegos Suramericanos, Atheyna Bylon; y el mejor productor de agricultura familiar, Santana Trujillo.
En otros actos que tendrán lugar el próximo 10 de noviembre en la provincia de Los Santos y el 27 de este mismo mes en el distrito capitalino La Chorrera, fueron distinguidos con ese rol el artista típico Jonathan Chávez y el legendario campeón de boxeo profesional de los pesos ligeros, Roberto Durán, respectivamente.
También los panameños rinden honores al Himno Nacional, escrito en 1904 por Jerónimo Ossa, pero reconocido definitivamente como símbolo patrio en 1925 por el presidente Ricardo J. Alfaro, quien destacó entonces su música marcial y la letra que expresa el destino de un pueblo que lo entona con fervor patriótico.
El tercer símbolo es el Escudo de Armas de Panamá, de forma ojival con división terciada en fajas y acuartelado, diseño del abogado Nicanor Villalaz y el profesor de arte Max Lemm.
Sobre la efeméride, el Arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa, convocó la víspera a rescatar la memoria histórica desde las familias.
«Hagamos con nuestros niños y jóvenes un espacio de encuentro para conversar de las proezas que hemos obtenido como nación. Cuéntele cómo logramos nuestra independencia de España en 1821, una potencia colonial; que nos separamos de Colombia, sin derramar una gota de sangre, al sentirnos segregados y marginados», señaló.
También mencionó la agresión del ejército estadounidense a la juventud y a la patria, en 1964; y la invasión militar de 1989, que devastó al país, “pero fuimos capaces de reconstruir está tierra, chiquitita y cristiana”, remarcó.
«Hagamos patria motivando en la familia el sano orgullo por su identidad”, agregó.
Ulloa recordó que antes existía en el colegio el curso de cívica, y que haría mucho bien volverla a incluir en el programa docente del sistema educativo. lam/ga