La protesta opositora comenzó con una concentración en el Paseo de los Héroes Navales, a donde convergieron manifestantes de distintos puntos de la ciudad, con fuerte participación de sectores medios y altos.
Los grupos llegaron a pie, coreando consignas anticomunistas e insultos contra el jefe de Estado, plasmadas además en carteles, y también arribaron en flotas de autobuses contratados por los organizadores.
El portal periodístico Epicentro mostró una flota de 13 ómnibus de lujo llenos de padres de alumnos del exclusivo colegio Santa María, de un barrio de clase alta.
La marcha, alentada por fuerzas políticas y medios de prensa de derecha extrema, se desarrolló con beligerancia verbal pero sin violencia, rumbo al Congreso de la República, con el fin de presionar para que apruebe la vacancia (destitución) de Castillo.
La Policía aisló con vallas de seguridad y barreras de agentes el paso de la marcha por la Plaza San Martín, para evitar choques con miles simpatizantes de fuerzas progresistas, a los que los uniformados mantuvieron aislados.
Según testigos, la situación se descontroló cuando un grupo de marchistas intentó avanzar hacia el cercano Palacio de Gobierno, sobrepasando una de las barreras policiales que impedía el paso al centro histórico de la ciudad,
Algunos agentes de la policía a caballo avanzaron sobre el grupo para hacerlo retroceder y agentes de a pie lanzaron gas lacrimógeno y la mayoría de los participantes se dispersaron, tras lo cual quedó un grupo reducido coreando consignas ante una barrera de policías que los mantenía a raya.
Un representante de la Defensoría del Pueblo opinó que la acción policial fue excesiva, aunque al cierre de este despacho no había reportes de heridos ni lesionados, salvo algunas afectaciones por efecto del gas lacrimógeno.
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