La protesta de la Unión de Empresas de Transporte Pesado se hizo efectiva en provincias cercanas a Lima y en las regiones norteñas de Piura, Lambayeque, La Libertad y Áncash; la central de Junín y las sureñas de Ica, Arequipa, Ayacucho, Apurímac, Tacna, Cusco y Puno.
La mayor paralización se realizó en la región de Cusco, donde se suspendió el transporte urbano, al igual que el servicio del tren al llamado santuario inca de Machu Picchu, principal atractivo turístico del país
En los territorios sureños la paralización coincidió con un paro de agricultores que protesta por la falta de suministros de úrea para sus cultivos, fertilizante que el Gobierno ha intentado importar varias veces sin lograrlo por diversos factores.
Los labriegos marcharon por carreteras sureñas, entre los camiones estacionados a la vera de las vías.
El paro de los transportistas de carga dio pie al cierre de operaciones de las terminales de autobuses en muchas ciudades, por la posibilidad de que la huelga camionera se radicalice y los bloqueos de carreteras se generalicen y los ómnibus y sus pasajeros queden varados en el camino.
La huelga demanda la reducción del precio de los combustibles o medidas compensatorias de la misma, la adecuación de las tarifas de los fletes a la estructura de costos del transporte y la devolución de parte de los pagos por peajes y de 70 por ciento del impuesto a los combustibles.
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