El aumento de los actos de crueldad se debe a que algunos padres no proporcionan el apoyo y la crianza adecuados a sus hijos, comentó la fuerza del orden mediante un comunicado previo a la reunión.
La falta de implicación de algunos en la vida de los jóvenes es censurable y no debería tolerarse más, señaló en el texto, e instó a los ciudadanos a denunciar sin demora cualquier hecho sospechoso o comportamiento desordenado entre los menores.
La directora de Educación, Clare Browne, reiteró, por su parte, el sentimiento expresado por decenas de profesores respecto al reto al que se enfrentan.
El ministerio está muy preocupado y pide a los padres que asuman una mayor responsabilidad por las acciones de sus hijos, remarcó.
Las autoridades eclesiásticas también llamaron a la sociedad en su conjunto para que colabore en la detención de la escalada de violencia, mientras el obispo Charlesworth Browne convocó a los progenitores a asegurarse de que su descendencia no se involucren con las bandas.
Desde el inicio del curso escolar en septiembre último se registraron al menos seis incidentes de violencia entre jóvenes, algunos de los cuales provocaron heridas graves a los estudiantes, aunque sin saldo mortal.
El Gobierno afirmó la semana pasada que tiene la intención de trabajar con el personal necesario para frenar la prevalencia de los ataques y devolver a la nación una apariencia de paz.
Antigua y Barbuda, al norte de las Antillas Menores con cerca de 93 mil habitantes, tiene en la violencia algo profundamente arraigado, hasta el punto de que es legal infligir castigos corporales no solo en el hogar, sino en todas las instituciones relacionadas con el desarrollo de los niños.
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