El plan legislativo, que otorgaría a los trabajadores ferroviarios siete días de licencia por enfermedad pagada por año, será ahora enviado al Senado para su consideración poco más de una semana antes de la fecha límite del mes próximo.
Desde inicios de semana, el presidente Joe Biden pidió a líderes demócratas y republicanos del Congreso aprobar una legislación para evitar el cierre ferroviario, que podría interrumpir las cadenas de suministro justo antes de la temporada navideña.
Durante una reunión en la Casa Blanca, Biden dijo a los congresistas que es necesario evitar una posible huelga ferroviaria pues “la economía del país está en riesgo”, refirió The Wall Street Journal.
En respuesta, la saliente presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, dijo que ese órgano examinará un proyecto de ley para adoptar el acuerdo tentativo que evitaría un paro en el sector.
Los negociadores laborales y de gestión aprobaron un acuerdo tentativo respaldado por el presidente en septiembre, pero no fue firmado por todos los sindicatos ferroviarios.
Ese convenio daría a los miembros del sindicato un aumento del 24 por ciento, y los trabajadores cuyo pago se congeló obtendrían un aumento salarial más alto y un aumento en la atención médica.
Sin embargo, el acuerdo no incluye el tiempo para recuperarse de una enfermedad o el cuidado de un familiar.
El Congreso tiene la autoridad para intervenir en disputas laborales ferroviarias de acuerdo con una ley de 1926, titulada Ley de Trabajo Ferroviario, como una forma de prevenir perturbaciones en el comercio interestatal.
Todos los 115 mil trabajadores ferroviarios del país se declararían en huelga el 9 de diciembre sin la intervención del Congreso, ya que los ferrocarriles se negaron a ceder ante la demanda de licencia por enfermedad pagada.
Un cierre ferroviario nacional causaría estragos en las cadenas de suministro y haría subir los precios, infligiendo un daño económico estimado de dos mil millones por día, según la Asociación de Ferrocarriles Estadounidenses.
Casi un tercio de la carga de Estados Unidos, incluidas grandes cantidades de combustible, alimentos, agua y fertilizantes, se transporta por ferrocarril.
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