Medios locales de prensa reflejaron la ocurrencia de nuevos enfrentamientos entre el Ejército y el Movimiento 23 de Marzo (M23) en los alrededores de la oriental ciudad de Goma, la capital de la provincia de Kivu del Norte.
Según el ministro de Defensa Gilbert Kabanda los rebeldes pretenden tomar el control de la importante localidad, pero “el Ejército está en alerta y decidido a defender la integridad del territorio nacional”.
En tanto, el vocero del M23 Lawrence Kanyuka acusó a las tropas castrenses de atacar sin cesar las posiciones de los insurgentes en la zona de Bwiza, en Kivu del Norte, lo cual consideró como una burla a los esfuerzos pacificadores promovidos por organismos regionales e internacionales.
Al decir de Kanyuka, este miércoles el Ejército atacó deliberadamente a la población civil en las demarcaciones tomadas por la agrupación rebelde.
Un análisis publicado por el sitio web “Africa Intelligence” reveló que, desde octubre de 2020 hasta finales de 2021, el Ejecutivo del presidente Félix Tshisekedi acogió en Kinshasa a una delegación de altos mandos del M23, con la tarea de negociar los términos de su rendición, para lo cual el entonces viceprimer ministro Gilbert Kankonde Malamba solicitó un fondo de 1,3 millones de dólares.
Dichas pláticas carecen de confirmaciones oficiales, pero hay evidencias en una carta enviada a Tshisekedi el 2 de febrero de 2021 por Gilbert Kankonde Malamba, cuando fungía como viceprimer ministro responsable de asuntos internos y seguridad, señaló la reseña.
Desde el recrudecimiento en abril de los enfrentamientos, el Gobierno descartó aquella iniciativa y calificó a los insurgentes de “organización terrorista”, abundó.
Tampoco parece probable una próxima solución al diferendo con Ruanda: las autoridades de la República Democrática del Congo (RDC) insisten en que el vecino país colabora con el M23 y la contraparte acusa al Ejército congoleño de aliarse con los rebeldes de las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda.
A juzgar por los hechos, ni la intervención de miles de efectivos foráneos, entre ellos, los pertenecientes a la Monusco de Naciones Unidas, ni las hojas de ruta político-diplomáticas, suscritas en otras capitales africanas, han logrado los efectos prometidos para el bien de la nación congoleña, cuyos recursos naturales avivan apetitos de rapiña.
Por estimaciones del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, la RDC registra un saldo superior a los cinco millones de desplazados internos debido a los conflictos y aproximadamente 27 millones de personas viven en situación de hambre crítica, es decir, uno de cada tres habitantes.
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