La víspera, miles de seguidores del expresidente Jair Bolsonaro invadieron y destrozaron las sedes del Congreso Nacional, la Corte Suprema y el Palacio de Planalto en el gigante sudamericano.
Al referirse a esos acontecimientos, el también sociólogo y analista aseveró que lo ocurrido es algo inédito en la historia de ese país.
Sin embargo, indicó que “hubo muchas señales de que la derecha radical, neofascista o neonazi, no estaba dispuesta a permitir que se consumara en paz y ordenadamente la asunción de Lula como jefe de Estado”.
Asimismo, señaló que la oposición brasileña apuesta por un golpe militar y acusa públicamente de cobardes a los oficiales por no “rescatar al país” de las supuestas garras del comunismo y la ideología de género.
Lo mismo ocurrió en Chile en los meses finales del mandato de Salvador Allende (1908-1973). La receta es la misma, “hecha en América”: movilizar a un segmento de la “sociedad civil”, ganar las calles, precipitar la intervención militar y tumbar al gobierno, alertó.
La revuelta bolsonarista guarda una notable similitud con lo acaecido casi exactamente dos años antes en el Capitolio de Estados Unidos. La coincidencia no es casual, habida cuenta de la existencia de una muy activa y financiada internacional neofascista que tiene como su gurú a Steve Bannon, exasesor del expresidente Donald Trump, añadió.
Borón aseguró que el objetivo era demostrar cómo un grupo puede apoderarse a voluntad de la sede de los tres poderes del Estado y, si algunas condiciones maduraban, hacer que las Fuerzas Armadas consumaran un golpe de Estado.
Además, advirtió sobre la posibilidad de que acciones de este tipo se repitan.
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