El examen de resistencia, que se desarrolla cada dos años, muestra esta vez marcados cambios en el entorno macroeconómico y una elevada inflación, derivados del conflicto en Ucrania y las sanciones impuestas a Rusia desde Occidente.
Según la Autoridad Bancaria Europea (ABE), la actual edición fue diseñada junto con el Banco Central Europeo y cubre 70 bancos de la región, 20 más que en la anterior, lo que representa el 75 por ciento de los activos bancarios totales del bloque.
El experimento toma como hipótesis un corte total del suministro de gas ruso a la Unión Europea (UE), lo que dispararía los precios de la energía y llevaría la inflación del bloque al 9,7 por ciento, frente al máximo del 10,6 por ciento registrado en la zona euro en octubre.
«La narrativa describe un escenario adverso relacionado con un hipotético empeoramiento grave de los acontecimientos geopolíticos, acompañado de un aumento de los precios de las materias primas y el resurgimiento del contagio Covid-19», describió la ABE.
Esto provocaría una caída del Producto Interno Bruto del seis por ciento, un aumento del desempleo, una caída de los precios inmobiliarios, cortes en el suministro de gas, una inflación persistentemente alta y tipos de interés elevados durante un periodo de tres años hasta 2025, agregó.
La descripción está en sintonía con las alertas de varios analistas sobre los efectos de una guerra económica contra la nación euroasiática, que incluyen un incremento notable de los precios de la energía, las materias primas, con particular impacto en las personas más pobres y los países menos desarrollados.
A todo esto se suma los efectos de reubicar miles de millones de euros de los presupuestos europeos en la compra de armas y el apoyo militar a Ucrania.
Para los organizadores, es la prueba más abarcadora y exigente hasta la fecha, así como notablemente distinta a la edición previa que se desarrolló en un contexto marcado por tipos de interés «bajos durante mucho tiempo».
Los resultados se publicarán a finales de julio, banco por banco, sin nota de aprobado ni de suspenso, y servirán de base para las evaluaciones reguladoras anuales de los colchones de capital.
Los exámenes de resistencia resultan ya habituales para los bancos, pues sirven para recapitalizarlos tras ser rescatados por los contribuyentes en la crisis financiera mundial que inició en 2008, así como para comprobar su capacidad de recuperación.
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