Representada con una tabla de escritura, Calíope era la más poderosa en jerarquía, como es también el importante lugar otorgado hoy en la historia a la lengua griega, que simboliza el origen de la filosofía, del pensamiento crítico, de la ciencia y de varios géneros literarios, útiles para el desarrollo de la cultura de cualquier nación.
Si el llamado padre de la filosofía occidental, Aristóteles, -polímata, científico y maestro de Alejandro Magno en el reino de Macedonia- viviera en la actual centuria, sintiera orgullo de que su lengua materna esté entre las más antiguas de la humanidad.
La oficina de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura instituyó el Día Internacional de la Lengua Griega con el propósito de celebrar este elemento cultural y por ello todos los 9 de febrero se le rinde homenaje.
El florecer de las artes arrastró consigo un progreso vertiginoso que involucró a la literatura griega con excelsas obras, como los poemas épicos de la Ilíada y la Odisea, de Homero, los ilustres tratados de Aristóteles o los diálogos platónicos.
Uno de los grandes soportes de los saberes y civilizaciones occidentales lo constituye este idioma, un pilar sostenido con celo, cual puntales de orden dórico, arquitectónicamente hablando, que ejercen desde hace más de dos mil años una influencia notable en otros lenguajes extranjeros.
De la lengua griega se derivaron otras, como el celta, el antiguo indio, el gótico o las propias germanías clásicas del helénico y el latín.
Gracias a testimonios escritos, conservados en tablillas de arcilla y encontrados en los antiguos palacios de Creta, este lenguaje antiguo sobrevivió.
Los romanos la adoptaron como lengua de prestigio cultural luego de la muerte de Alejandro Magno en el año 333 antes de Cristo y a sus grandes conquistas.
El ya mencionado Aristóteles, así como Platón, -fundador de la Academia de Atenas- la poetisa Safo y Sófocles son algunos de los prístinos ejemplos que encumbraron esta herramienta como legado de una antigua, aunque no arcaica, civilización
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