Según Hasan Selim Ozertem, analista político con sede en Ankara, la retomada dinámica de la política interna de ambos Estados, actualmente determina el futuro del bloque militar.
Los acontecimientos recientes muestran que un retraso es inevitable debido a los desastres naturales en Türkiye y la tirantes en las relaciones con Suecia, pues el 21 de enero el ultraderechista sueco Rasmus Paludan quemó un Corán frente a la embajada turca en Estocolmo.
Inmediatamente después, la cancillería de ese país calificó la ignición del libro sagrado musulmán como un acto despreciable, tras lo cual el ministro de Defensa Hulusi Akar informó sobre la cancelación de la visita prevista de su homólogo sueco, Paul Jonsson, a Turquía.
Tales eventos fueron solo el comienzo, pues al comentar sobre los hechos de deshonra para su nación, el dirigente turco aseveró que los responsables de la abominación no pueden esperar ningún apoyo en la solicitud de ingreso a la alianza atlántica. “Esto no sucederá”, expresó Erdogan.
Paralelamente, Türkiye suspendió las negociaciones trilaterales con Suecia y Finlandia por tiempo indefinido, y la próxima reunión, prevista para finales de febrero en Bruselas, también fue cancelada.
Las naciones escandinavas presentaron el conflicto en Ucrania como un argumento para postularse al bloque noratlántico en 2022, y su discurso fue bien recibido por casi todos sus 30 miembros (excepto Hungría), pero el país otomano presentó algunas condiciones previas antes de aprobarlo.
Supeditar la expansión de la OTAN no parece un elemento tradicional de la política exterior turca, pues ella ha estado generalmente a favor de propagar la alianza, especialmente desde el final de la Guerra Fría.
El cambio de rumbo está relacionado con las tensas relaciones entre Ankara y Estocolmo, a pesar de que en mayo de 2022 Suecia, Finlandia y Türkiye firmaron un memorándum tripartito en la cumbre de la alianza en Madrid.
A juzgar por los acontecimientos actuales, tenemos cuatro escenarios posibles.
En primer lugar, el gobierno turco puede decidir ratificar la adhesión de Suecia y Finlandia al bloque armamentista antes de las elecciones de mayo.
Tal desenlace exige un cambio en la posición de Estocolmo, que incluye prevenir las protestas y tomar medidas contra las manifestaciones provocativas contra Türkiye y extraditar a los sospechosos de terrorismo a esta nación.
En segundo lugar, Türkiye podría ratificar la adhesión de Finlandia a la OTAN y dejar a Suecia en espera, lo cual ya fue discutido por funcionarios turcos, incluido el propio presidente Erdogan.
La tercera posibilidad implica posponer la ratificación hasta después de las elecciones de mayo, lo cual conlleva al riesgo de que Finlandia y Suecia no puedan participar en la cumbre de Vilnius como miembros de pleno derecho, a celebrarse en la capital lituana a mediados de julio próximo.
Por otro lado, Washington trata de mover los hilos del bloque militar y pidió la exclusión de la nación otomana de la OTAN, algo que parece poco probable debido a la naturaleza de los mecanismos de toma de decisiones de la organización.
Tras la suspensión de las negociaciones, el gobierno sueco mantuvo reuniones con los partidos de la oposición, en la que la ex primera ministra Magdalena Andersson criticó duramente la estrecha cooperación del jefe de Gobierno Ulf Kristersson con los grupos de extrema derecha nórdica.
Para algunos analistas, esto reflejó un cambio en el discurso sueco, pero es poco probable que Ankara modifique su posición hasta que vea pasos concretos.
Las elecciones turcas están en el horizonte y el tema del país escandinavo parece ser una cuestión de defensa de la dignidad del Islam y de la nación otomana para el electorado del Partido Justicia y Desarrollo, con su líder al mando.
De esta manera, Erdogan podría utilizar cualquier cambio en la posición de Estocolmo como palanca en los comicios, y la terquedad nórdica podría legitimar cualquier posición de Türkiye, incluida la de impedir su adhesión al bloque militar y frenar sus aspiraciones de expansión.
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