Derian advirtió que el deterioro actual del país y la incapacidad de los dirigentes para nominar un ejecutivo con vistas a detener el colapso, derivará en disturbios sociales y en lo que llamó una revolución del hambre.
A juicio del jefe religioso, son más indignantes que el nuevo coronavirus, los políticos por entregarse a la corrupción.
Desde el 10 de agosto de 2020, Líbano carece de una alineación gubernamental efectiva para abordar la promulgación de reformas, condición de la comunidad internacional con vista a conceder ayuda financiera.
El presidente Michel Aoun y el primer ministro designado Saad Hariri, los responsables de instalar el gabinete, siguen en desacuerdo sobre la elección de ministros de Justicia e Interior, y el nombramiento de cristianos.
Derian citó una serie de crisis, la última de las cuales es la amenaza de oscuridad total como resultado de la escasez de combustible para operar centrales eléctricas y generadores.
Respecto a la actual situación, el jefe religioso expresó sus temores a una implosión social y de la violencia que conducirá a la revolución del hambre y lo destruirá todo; entonces arrepentirse no valdrá la pena, resumió.
‘Los políticos defraudaron a la ciudadanía con sus métodos corruptos y venales y cuando impiden instalar un gobierno capaz de reconstruir y que las instituciones funcionen como debe ser’, apuntó.
En otra parte de su alocución, Derian reprendió a los bancos que, dijo, traicionaron a los ahorristas y desfiguraron el sector que una vez fue exitoso y vibrante.
Los directivos bancarios solo buscaban ganancias y participaron en la destrucción de un sistema reconocido por todos como la joya de la corona, indicó.
Desde octubre de 2019, rige una disposición que prohíbe las transferencias de divisas depositadas en los bancos y ante la falta de estas, la libra libanesa llegó hoy a depreciarse en más de 90 por ciento respecto al dólar estadounidense.
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