Los viajeros que mueren en esa travesía o sus restos, una cifra incierta en los informes oficiales de las autoridades, serán depositados en lo adelante en 100 nichos de cemento donados por el Comité Internacional de la Cruz Roja al cementerio municipal de la localidad El Real de Santa María, municipio de Pinogana, de ese territorio fronterizo con Colombia.
Según explicó a la prensa la jefa de la delegación del CICR, Marisela Silva, el objetivo es sepultar en un mismo recinto los cadáveres de personas que no son reclamadas por sus familias, cumpliendo con las normas internacionales y dar un trato digno y con respeto.
La funcionaria subrayó que se conservará la información sobre estos cuerpos para en su momento identificarlos y oportunamente restituirlos a sus familiares y que puedan cerrar ese duelo.
Por su parte, el director del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, dependiente de la Fiscalía panameña, José Vicente Pachar, precisó que el llamado Módulo de nichos de resguardo humanitario forense, permite cambiar el panorama existente hasta el momento.
La frontera natural de 266 kilómetros está plagada de peligros como animales salvajes, ríos caudalosos y bandas del crimen organizado, de acuerdo con denuncias de los caminantes.
En lo que va de año, según datos del Servicio nacional de Migración, han utilizado esa ruta más de 58 mil personas, y en todo 2022 se registró la cifra récord de 248 mil migrantes, en su mayoría haitianos, venezolanos y ecuatorianos, aunque también hay de Asia y África.
Algunos mueren en la jungla, una estadística que varía debido a la falta de denuncias y el abandono de los cuerpos, según consideraciones del Ministerio de Seguridad y la Defensoría del Pueblo.
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