Netanyahu respondió anoche a las palabras de Biden, quien cuestionó una reforma judicial que impulsa el Gobierno ultraderechista de Tel Aviv, rechazada por amplios sectores en el país.
Conozco a Biden desde hace más de 40 años y aprecio su compromiso de larga data con Israel, pero somos “un país soberano que toma sus decisiones por voluntad de su pueblo y no en base a presiones del exterior, incluso de los mejores amigos”, subrayó Netanyahu.
Poco antes, el mandatario norteamericano se mostró preocupado por la iniciativa y confirmó públicamente un secreto a voces en las últimas semanas de que no invitará a Netanyahu a la Casa Blanca a corto plazo.
Es triste que el presidente también haya sido víctima de las noticias falsas difundidas en Israel contra nuestra reforma judicial justificada, escribió en Twitter el ministro de Cultura y Deporte, Miki Zohar, aunque luego eliminó su comentario.
Más duro fue el titular de Seguridad Nacional, el ultranacionalista Itamar Ben Gvir, quien afirmó este miércoles que Israel no es una estrella más en la bandera de Estados Unidos.
Netanyahu se vio obligado a aplazar hasta el verano la discusión parlamentaria sobre el proyecto ante la ola de protestas nacionales que desembocaron en anuncios de huelgas generales de sindicatos, médicos, universidades y otros sectores.
Yair Netanyahu, hijo del primer ministro, echó más leña al fuego al acusar al Departamento de Estado de financiar las manifestaciones contra su padre, lo cual fue calificado de absurdo por el embajador estadounidense Tom Nides.
Desde hace semanas la prensa nacional reporta el creciente malestar en Washington contra las políticas radicales del Ejecutivo de Tel Aviv, en especial el incremento de los ataques y medidas antipalestinas, que amenazan con provocar una escalada regional.
La tensión llegó al punto de que durante su reciente visita a la nación norteña, el ministro israelí de Finanzas, Bezalel Smotrich, fue boicoteado por la administración demócrata.
Smotrich fue duramente cuestionado en este país y en el resto del mundo por apoyar públicamente la destrucción de la aldea palestina de Hawara, incendiada recientemente por colonos judíos.
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