Desprovisto de guardaespaldas, acompañado por su esposa Lisbeth y en un Estado sumamente “seguro”, el político recibió disparos a quemarropa mientras caminaba hacia el metro por la calle más transitada de Estocolmo, hecho que traumatizó y sensibilizó al país durante décadas.
En declaraciones exclusivas a Prensa Latina, Raynier Pellón, estudioso del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI) y máster en Historia Contemporánea, afirmó que la gestión de Palme fue de “vanguardia”, si conjugamos la trascendencia de sus estrategias internas y externas.
Durante la década de 1970, «el país exhibió un estándar de vida que constituía una vitrina para el resto del mundo occidental», sin embargo, por esos años acontece la crisis de los energéticos, con un impacto considerable en ese estado de bienestar social y un alto costo político.
Emergen en Suecia las fuerzas conservadoras, que llegan también a comienzos de 1980 a Reino Unido, República Federal de Alemania y Estados Unidos; surge una lógica de mercado contrapuesta a los programas sociales, políticas restrictivas, desplazamiento hacia la derecha y entra en auge el neoliberalismo.
Por tanto, “el proyecto de gobierno de Palme generó ciertas inconformidades y enemigos, no solamente en su país, sino además en el contexto euroccidental. Su regreso al poder en 1982 acentúo esas incomodidades, de ahí que la autoría de su asesinato conllevó a numerosas conjeturas”.
HIPÓTESIS SOBRE EL CRIMEN
Según Pellón, en un inicio la lista de culpables incluyó, por ejemplo, a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos y a los movimientos franquistas, pues Palme también apoyó a la oposición española contra el régimen de Francisco Franco (1936-1975).
Además, pensaron en oficiales de la inteligencia asociados a la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), en Chile, u otras fuerzas vinculadas al apartheid en Sudáfrica.
“Lo cierto es que transcurrieron más de 30 años sin la posibilidad de un caso cerrado. Hace poco más de dos años, la fiscalía culpabilizó a Stig Engström, interrogado como testigo en la primera etapa de las investigaciones y quien se había suicidado en el año 2000”, argumentó.
La decisión que señaló al conocido como Hombre de Skandia -por la empresa donde trabajaba- como el asesino, dejaba otros cabos sueltos, entre ellos, la ausencia del arma homicida y arrastraba algunas irregularidades durante la reunión de las pruebas y el acceso de personas al lugar del asesinato.
Tras la muerte de Palme, aconteció un paulatino desmontaje de las iniciativas asumidas por la socialdemocracia sobre educación y salud, aumentó la precariedad laboral, el desempleo, la privatización de los medios públicos y el retroceso en los derechos de los sindicatos.
¿QUIÉN FUE OLOF PALME?
Cuando Palme, graduado de Derecho en la Universidad de Estocolmo, asumió por primera vez el cargo de primer ministro de Suecia en 1969, ya contaba con una gran trayectoria política, afianzamiento ideológico y bases sólidas respecto al proyecto de gobierno.
Su carrera profesional hasta esa fecha acumulaba el trabajo en la secretaría de Tage Erlander (1951-1957) y sus responsabilidades como ministro de Transporte (1965) y titular de Educación (1967), bajo la tercera administración de Erlander (1957-1969).
“Da continuidad y consolida lo denominado como estado de bienestar social en el país europeo, un sistema o modelo donde el gobierno posee un rol fundamental en la gestión económica, destinada a la garantía de determinados servicios públicos, educación y salud, por ejemplo”, explicó el experto.
También, abogó por la defensa de los derechos de los sindicatos y de los niños, muestra de esto último fue la reducción durante sus dos mandatos de la mortalidad infantil, una de las más bajas del continente y del orbe, sumado a la salvaguarda de los derechos de la mujer.
Construyó las bases de la igualdad de género y respecto a la enseñanza, Palme impulsó la educación obligatoria hasta el nivel de secundaria y alrededor del 90 por ciento de los jóvenes suecos accedía a los estudios universitarios.
POLÍTICA EXTERIOR PROACTIVA
La política exterior de sus dos mandatos tuvo como peculiaridades las banderas de la paz, los derechos humanos y el compromiso con los países del llamado Tercer Mundo, de ahí su oposición, por ejemplo, al papel de Estados Unidos durante la guerra de Vietnam (1955-1975).
Para Raynier Pellón la nación europea mantenía una tradición histórica de “neutralidad”; sin embargo, Palme desarrolló una estrategia internacional más “proactiva”.
En este sentido, intentó reforzar el diálogo norte-sur; reprobó el régimen del apartheid, el sistema de segregación racial instaurado en Sudáfrica en 1948 y apoyó los movimientos de liberación nacional de las décadas de 1960 y 1970 en África.
Su último discurso, pronunciado en Estocolmo el 21 de febrero de 1986, centraba el análisis en la denuncia a ese régimen discriminatorio y el escaso apoyo que Occidente daba a la lucha por la emancipación en el continente.
“Este sistema no puede ni podría mantenerse si no fuera apoyado, tolerado o aceptado por el resto del mundo. Si el mundo decide, si la gente en todo el mundo decide que el apartheid va a desaparecer, lo hará”, afirmó el primer ministro sueco días antes de morir.
PALME Y AMÉRICA LATINA
Al parecer, el interés de Palme por la región de América Latina comenzó en 1948, cuando recorrió México y trabajó en la ferretería de sus primos. En ese país aprendió, impresionado por la realidad social, sobre “consideración y convivencia humana y (…) cómo viven los marginados”.
“Fue sumamente crítico con la dictadura de Pinochet en Chile y, de hecho, retiró la cooperación bilateral. En paralelo, desarrolló un vínculo de colaboración y amistad con el pueblo y la Revolución Cubana y una relación cercana con su líder, Fidel Castro”, añadió Pellón.
En 1975, un año antes de concluir el primer mandato, Palme y una representación de su gabinete de la socialdemocracia llegó a la isla y “fue muy bien acogido por la sociedad, pues para ese entonces ya existía una política de cooperación en ascenso”.
El abogado sueco fue el primer líder occidental que visitó oficialmente a la mayor de las Antillas, con el propósito de emplear la diplomacia y la colaboración como factores esenciales en la contribución al desarrollo económico y social del país caribeño.
Desde Santiago de Cuba, el 26 de julio de ese año rindió homenaje a los triunfos de la isla en materia de salud y educación, así como manifestó su solidaridad con las luchas por la independencia en Vietnam y Portugal, y condenó la continuidad de la dictadura pinochetista.
Luego, en 1984, fue el primer jefe de Estado occidental que llegó a Nicaragua tras el triunfo de la Revolución Sandinista (1979), desde dónde denunció los crímenes cometidos por la contra, financiada por Estados Unidos, y las violaciones de Washington al derecho internacional.
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