Su hijo Marcos Ulises Villareal sufrió un accidente en enero de 2018 y luego de tres años de búsqueda las posibilidades de esa clínica le devolvieron las esperanzas.
‘Una amiga de la familia me dijo que aquí fue donde su hijo se recuperó, donde encontró los mejores terapeutas. Desde que llegamos he visto que mi hijo ha mejorado mucho en todos los aspectos. Estamos en el tercer ciclo, avanza y responde muy bien. Está más alerta’, aseveró Hinojosa a Prensa Latina.
Refirió que, tras el accidente el diagnóstico aportado por los médicos en Estados Unidos fue negativo: ‘Me dijeron que no se recuperaría y que iba a estar como un vegetal. Nunca perdí la fe y ahora veo que el entendimiento de mi hijo está perfecto, lo cual es vital para su respuesta frente a la terapia’.
Desde el primer intercambio de correspondencia con los profesionales del Ciren, ella experimentó la certeza de una mejoría. ‘Siento como si ya conociera de antes a los médicos pues transmiten confianza y hermandad. En otros lugares solo me daban falsas expectativas y aquí ha sido todo lo contrario. Me parece, incluso, que nací en Cuba’, aseguró.
¿Cómo es el proceso de admisión al Ciren?
El Ciren posee más de tres décadas de experiencia en el manejo de las secuelas por enfermedades neurológicas y profesionales con un alto nivel científico, maestrías, doctorados y entrenamiento sistemático, explicó a Prensa Latina la doctora Judith González, jefa del Servicio de Neurología Infantil.
En el caso de los pacientes infantiles, por ejemplo, las patologías más frecuentes en el centro, vinculadas al sistema nervioso, son: retardo en el desarrollo psicomotor, parálisis cerebral, epilepsia, trastornos del desarrollo intelectual y del espectro autista.
La especialista de primer grado en Neurología comunicó que también están presentes otras del sistema periférico como: atrofias espinales, polineuropatías y miopatías.
‘Recibimos a los niños a partir del año de edad y, tras el primer contacto vía internet con el Ciren se les solicita a los padres un resumen médico con el diagnóstico y evolución de la enfermedad. Esa información es revisada por un equipo médico y luego remitimos las orientaciones acordes al caso’, indicó.
La primera de las disposiciones recomendadas es que el paciente acuda a ese espacio habanero para una evaluación más completa y personalizada, con una duración de siete días aproximadamente y la intervención de un equipo multidisciplinario: neurólogos, pediatras, fisiólogos, especialistas en imágenes, psicólogos y otras especialidades como: ortopedia, genética, oftalmología, alergia y otorrino, en dependencia del padecimiento.
‘El objetivo de esta etapa es la revisión de su diagnóstico; a veces, tenemos elementos nuevos que aportar e, incluso, un análisis diferente; definir las secuelas de su enfermedad, y revisar su condición general y comorbilidades’, adviertió González.
En tercer lugar, los profesionales de la salud indagan sobre las expectativas de la familia respecto al tratamiento del paciente infantil. Una vez concluido ese periodo, el equipo médico realiza la discusión colectiva del caso y se lo comunica a los acompañantes del niño o niña.
¿Qué incluye el programa de rehabilitación neurológica?
La doctora Judith González informó que ese plan comprende terapia física para la recuperación de la función motora y avances en la motricidad gruesa—control de la cabeza y del tronco y que el niño role, logre sentarse, pararse, caminar, subir, bajar, patear un balón y correr.
También terapia de defectología o educación especial, con el entrenamiento de las funciones psíquicas superiores—cognitivas y de nivel intelectual— y de las extremidades superiores con el propósito de alcanzar determinado rango articular, movilidad y el impulso de actividades funcionales: escribir, comer, jugar y manipular objetos.
El tratamiento contiene la logopedia referido al ejercicio del aparato del lenguaje, la masticación y la deglución. ‘Los trastornos en esa área son de las consecuencias más frecuentes en los pequeños. Asociado a ese programa tenemos otros procedimientos: fisioterapia para el manejo del dolor, la espasticidad y la movilidad muscular’.
Sumado a lo anterior, intervienen especialistas en medicina holística con el estímulo de puntos de acupuntura, de manera mecánica y con láser rojo, los cuales favorecen el desarrollo psicomotor del niño.
‘Tenemos un protocolo para la aplicación de ozonoterapia, generalmente 20 sesiones, que contribuye a mejorar el metabolismo celular, tolerar el entrenamiento físico intensivo y favorecer el funcionamiento del sistema inmunológico’.
En paralelo, los niños son evaluados por fisiatras, quienes proponen el método a seguir, la necesidad o no del empleo de aditamentos (férulas o correctores de la marcha) y la corrección o mejoría de posturas fijas o patológicas. El paciente epiléptico, por ejemplo, lleva una evaluación más rigurosa y, la mayoría son candidatos a cirugía de la epilepsia.
Otras patologías con criterio quirúrgico, según González, son las distonías—movimientos involuntarios de torsión vinculados con la contracción muscular mantenida y simultánea de músculos— y, a su vez, alude al procedimiento farmacológico que, en muchos casos, conlleva al reajuste de la medicación vinculados con la espasticidad, el control de la epilepsia y las comorbilidades.
‘Incorporamos la aplicación de toxina botulínica, inyección aplicada en los músculos más rígidos y dosificada de acuerdo al peso del niño, disminuye su tono muscular y favorece la eficacia de la terapia y la movilidad del paciente’, argumentó.
Como método novedoso, añadieron la estimulación cerebral no invasiva que contribuye a la estimulación directa de áreas cerebrales del lenguaje, conducta o movimiento.
¿Cuánto mejoran los pacientes en Cuba?
‘El manejo de las secuelas neurológicas es un proceso complejo y largo que, requiere de una participación multidisciplinaria y nosotros decimos que el primer rehabilitador de un niño es su familia, por tanto, logramos su integración y entrenamiento para el trabajo con el pequeño’, apuntó González.
El programa de tratamientos abarca cuatro ciclos de seis horas diarias y los sábados cuatro horas. Durante la primera semana el paciente va al gimnasio y conoce a su terapista, comienza el rapport entre ellos y la introducción de los primeros ejercicios.
Ya en la segunda semana participan los padres con el fin de que aprecien la evolución del hijo e incorporen tareas fuera de ese horario, supervisadas por una enfermera. Está demostrado en el mundo que mientras más estimulación reciba un niño más posibilidades tiene de avanzar.
‘A diferencia de clínicas en otros países, el Ciren impulsa varios tratamientos a la vez con probada eficacia. Tenemos el testimonio de niños con más de cien crisis diarias que tras pasar por una cirugía de la epilepsia disminuyeron a solo una o dos por día; eso es un gran logro’, destacó.
Los especialistas recomiendan un mínimo de dos ciclos, porque el primero de ellos es básicamente de adaptación y ya en el segundo el paciente experimenta una mejoría notable. Luego de cada una de esas etapas se realiza, nuevamente, una evaluación integral, valoran los avances y qué puede alcanzar el pequeño en un ciclo posterior.
Cuando el paciente se va de alta, el Ciren entrega un informe médico amplio con la evaluación de la persona con el diagnóstico, exámenes, criterio médico, programa de tratamiento, recomendaciones farmacológicas y las indicaciones necesarias para continuar con la terapia en su país y el reingreso en el centro para una nueva valoración.
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