En tal sentido, exhortó a divulgar de forma concreta las potenciales de negocios, las legislaciones aprobadas en años recientes para remover o disminuir la burocracia y otros obstáculos, los avances en el combate a la corrupción y la impunidad, así como el programa de privatización de importantes activos del Estado.
Las embajadas deben trabajar para atraer inversiones hacia todas las áreas de la economía nacional, subrayó el mandatario, al destacar esferas clave como la producción agrícola de alimentos, la rama energética, el turismo, la exportación de hidrógeno verde y la fabricación de baterías para vehículos eléctricos.
Al decir del jefe de Estado, el mundo precisa conocer que Angola se adhirió a la iniciativa internacional de transparencia en las industrias extractivas, lo cual ofrece mayores garantías a los inversores en términos de concesión de licencias para la exploración, la producción y la comercialización de los recursos minerales.
También reclamó particular atención a la diáspora, en cuanto a responder a sus necesidades de trámites jurídico-consulares, la provisión de informaciones sobre los acontecimientos relevantes del país, el incentivo de actividades culturales conjuntas y para conmemorar efemérides patrióticas.
Sobre el contexto internacional, consideró que la situación resulta compleja y peligrosa, dada la ocurrencia de diversos conflictos, entre estos el ruso-ucraniano, y el aumento de las tensiones entre Estados Unidos y China sobre el tema de Taiwán.
A escala global, nunca hubo una paz efectiva después de la II Guerra Mundial (1939-1945), pese al surgimiento de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cuyo papel es garantizar la paz y la seguridad, opinó el dignatario, en su discurso de apertura del IX Consejo Consultivo Ampliado del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Tampoco el fin de la Guerra Fría trajo consigo la concordia y la armonía universales deseadas por los pueblos; pues no han dejado de suceder conflictos por razones «siempre ligadas a los intereses de unos sin tener en cuenta los intereses de otros», evaluó.
La comunidad internacional, recordó, clama por un nuevo orden, diferente de aquel salido de la II Guerra Mundial, sin embargo, la construcción de esa nueva arquitectura “no puede ser a cualquier precio”.
No puede ser, argumentó, con la pérdida de miles de vidas humanas, el aumento significativo de los desplazados y refugiados, la destrucción de las infraestructuras y el patrimonio de los países, el incremento del hambre y la pobreza, o peor aún, con la inminencia de una guerra nuclear que acabaría con la vida en el planeta Tierra.
“Un mundo sin reglas, es un mundo extremadamente peligroso para todos”, sentenció el político, quien reiteró la necesidad de reestructurar el Consejo de Seguridad de la ONU.
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