El reporte de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la situación de las féminas en tales sistemas.
Señaló el comunicado que las mujeres constituyen el 36 por ciento de los trabajadores del sistema agroalimentario en América Latina y el Caribe, cuando la proporción en la fuerza laboral agrícola es mayor o aumenta comparada con la de los hombres en las áreas rurales con una emigración alta y mayoritariamente masculina.
Explicó el reporte que abordar las desigualdades de género en los sistemas agroalimentarios y empoderar a las mujeres reduce el hambre, estimula la economía y refuerza la resiliencia ante crisis tales como el cambio climático y la pandemia de la Covid-19.
El nuevo informe de la FAO de este tipo es el primero desde 2010, y no se limita a la agricultura, sino que ofrece un panorama completo de la situación de las mujeres que trabajan en los sistemas agroalimentarios, abarcando desde la producción hasta la distribución y el consumo.
Destaca a escala mundial, que el papel de las damas tiende a estar marginado y sus condiciones laborales suelen ser peores que las de los hombres en trabajos irregulares, informales, a tiempo parcial, poco cualificados o que requieren un uso intensivo de mano de obra.
Por demás, las féminas que trabajan como asalariadas en la agricultura ganan 82 céntimos por cada dólar que reciben los hombres.
El director general de la FAO, QU Dongyu, en el prólogo del documento señaló que si se abordan las desigualdades de género endémicas en los sistemas agroalimentarios y se empodera a las mujeres, el mundo dará un salto adelante en la consecución de los objetivos de poner fin a la pobreza y crear un Planeta sin hambre.
Tal estudio explicó que cerrar la brecha de género en la productividad agrícola y la salarial en el empleo agrícola aumentaría el producto interno bruto mundial en casi mil millones de dólares, y reduciría el número de personas que padecen inseguridad alimentaria.
En América Latina y el Caribe, los Gobiernos abordan cada vez más los desafíos relacionados a las brechas estructurales que enfrentan las mujeres rurales en el acceso a la tierra, los insumos, los servicios, las finanzas y la tecnología digital, desarrollando políticas y programas que contribuyen al cierre de las desigualdades.
Sin embargo, las mujeres padecen más inseguridad alimentaria que los hombres en todas las regiones del mundo.
A nivel global, la brecha entre hombres y mujeres en la prevalencia de inseguridad alimentaria moderada o grave pasó a 4,3 puntos porcentuales en 2021 desde 1,7 puntos en 2019, impulsada en gran medida por las diferencias cada vez mayores en América Latina y el Caribe, donde la brecha alcanzó los 11,3 puntos.
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