En menos de una semana, un afrodescendiente de 16 años fue baleado por tocar a la puerta de una casa equivocada en Missouri, una mujer de 20 años falleció por el mismo motivo en Nueva York, y en Texas una muchacha de 18 casi muere después de confundir su auto con el de alguien más que optó por dispararle.
Que tres sucesos inofensivos y cotidianos terminen en tragedia expone cómo gana espacio el terror en un país donde se estima existe un total de 120 armas de fuego por cada 100 habitantes, según la organización suiza Small Arms Survey (SAS).
Mientras la violencia crece, los agresores señalan que adquieren revólveres y escopetas para resguardar sus propias vidas, y muchos de esos actos de supuesta defensa propia generan nuevas agresiones en una espiral que no parece tener fin.
Es asimismo alarmante que estos incidentes involucran a hombres y mujeres cada vez más jóvenes, lo mismo en el papel de víctimas que en el de victimarios.
En Alabama, por ejemplo, tres personas, incluidos dos hermanos adolescentes, fueron arrestadas por un tiroteo que mató a otras cuatro e hirió a 32 en una fiesta de cumpleaños durante el pasado fin de semana.
Según declararon las autoridades, Wilson LaMar Hill Jr., de 20 años, y los aún más bisoños, Travis McCullough, de 16 años, y Ty Reik McCullough, de 17, fueron arrestados bajo cargos de asesinato imprudente.
Jeremy Burkett, sargento de la Agencia de Cumplimiento de la Ley de Alabama, reveló a los periodistas que a los menores se les imputará de la misma manera que a los adultos.
Las personas que estos jóvenes asesinaron fueron identificadas como Shaunkivia Smith, de 17 años; Mariah Collins de 19; Corbin Holston de 23; y Philstavious Dowdell de 18.
Hasta ayer, de los 23 lesionados, cuatro permanecían en estado crítico, acorde con las autoridades.
Aunque es difícil calcular el número exacto de armas de fuego en manos de los ciudadanos debido a factores tan diversos como la tenencia de artefactos no registrados y el comercio ilegal, los investigadores de SAS consideran que los estadounidenses poseen 393 millones de los 857 millones de armas civiles disponibles.
Dicha cifra supone alrededor del 46 por ciento del arsenal civil mundial en manos de una sociedad que representa alrededor del cuatro por ciento de la población de todo el orbe.
Otro dato más alarmante que curioso es que, según la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos del país norteño, los fabricantes de esos dispositivos letales produjeron nueve millones en el país en 2018, más del doble de la cantidad fabricada una década antes.
Es compresible entonces por qué más de la mitad de los adultos estadounidenses, el 54 por ciento, se sienten víctimas de la violencia armada o tienen un familiar afectado por ese flagelo, según los resultados de una encuesta realizada por la Fundación Kaiser Family.
De acuerdo con la misma pesquisa, tres de cada cuatro de quienes viven en una casa con armas, informan que al menos una permanece desbloqueada, cargada o almacenada con municiones, o sea, listas para ser usadas en caso de agresión.
Lo preocupante de esa estadística del único país del mundo donde hay más armas que civiles, es que parece perpetuar la ubicuidad de las balas.
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