El exdirector del diario Le Monde Diplomatique, explicó al periódico La Estrella de Panamá, que su más reciente obra profundiza en la instrumentalización política de las falsas noticias (fake news), tomando como ejemplo el caso del expresidente Donald Trump y el asalto al Capitolio de Estados Unidos en 2021.
Lo que se considera como la primera tentativa de golpe de Estado en la historia de Estados Unidos, dijo, fue el resultado del manejo por un canal de televisión –Fox News–, sobre un supuesto fraude en las elecciones en el norteño país.
Precisó que algo que técnicamente es falso o por lo menos nadie ha podido demostrar lo contrario, logró convencer a millones de personas, y muchas de ellas, se lanzaron al asalto del Capitolio.
El académico también comentó que en momentos en que la humanidad registra la mayor conectividad global, paradójicamente se abre paso una profunda crisis de desinformación.
Desde las teorías más disparatadas, sentenció, como la idea de que la Tierra es plana, la negación del cambio climático o la aceptación ciega de esquemas autoritarios como salida a los problemas, forman parte de una crisis estructural de la sociedad en la que la verdad es la primera gran víctima.
“Las redes sociales no las controla nadie, cualquier persona puede decir lo que le da la gana. Puede decir mentira, dar falsos hechos, allí surgen las fake news, la posverdad y el conspiracionismo que son caldo de cultivo que permite difundir narrativas capaces de engañar a mucha gente”, subrayó.
A su juicio, este fenómeno no se circunscribe solo a la política norteamericana. Por el contrario, se está viendo en otras partes del mundo y tiene a las fuerzas de extrema derecha, por ahora, como sus principales beneficiarios.
El comunicador aseveró que siempre existieron grupos mediáticos que dominaban en un país o por ejemplo en un género. «Hoy tenemos empresas privadas, lo que se llama las GAFAM (Google, Apple, Meta, Amazon y Microsoft), que son cuatro o cinco empresas que dominan la información”, remarcó.
En ese sentido admitió que mira con preocupación que muchas de estas transnacionales han obtenido el poder de “censurar” a los Estados sin ningún tipo de fiscalización democrática o ciudadana.
mem/ga