Premonitoria fue en entrevista a Prensa Latina la directora del Museo Nacional de Etnología y Folklore (Musef), Elvira Espejo, quien resaltó en la fecha inaugural la significación para la diversidad sonora de Bolivia de la RAE en su edición ininterrumpida número 37.
“La importancia de la RAE en 2023 es trabajar sobre la diversidad de las sonoridades, respecto a esas de las comunidades que vienen, a las cuales no se les ha dado su espacio, lo cual considero necesario”, dijo la investigadora y artista de origen aymara a esta agencia de noticias.
Espejo insistió en la necesidad de conocer a fondo justamente estas expresiones creativas del altiplano, del valle y de tierras bajas con el objetivo de dar a conocer las raíces del Estado Plurinacional.
“Durante mucho tiempo hemos estado sujetos a la educación formal vertical que nos lleva a conocer sonoridades internacionales y no así a las de nuestros propios territorios, que son de raíz”, enfatizó.
Significó que el equipo del Musef consideró muy oportuno traer al debate este tema y de esa forma profundizar en la cultura del Estado Plurinacional de Bolivia.
Desde el lunes, los debates académicos diurnos en esa sede con el título Sonidos, Músicas y Espacios, encuentran una expresión práctica en el escenario acondicionado en esa institución, con espectáculos de música y danza de comunidades indígena originarias con la presencia de cientos de espectadores.
Todas esas expresiones artísticas nacen del agradecimiento a la Pacha Mama por su generosidad en las cosechas de papa o maíz; de una invocación a la llegada de las lluvias o tienen una raíz telúrica en la interrelación de los comunarios con la naturaleza.
Prensa Latina comprobó la noche de este jueves en la sede del Musef que resultó necesario cerrar las puertas porque las capacidades quedaron rebasadas ante la presencia de un público que disfrutó del arte ancestral con el mismo entusiasmo que de la contemporánea.
Las mujeres investigadoras paceñas de Arawi Manta con su música y sus bailes andinos aceleraron el ritmo en los corazones de los presentes. Fueron ellas las primeras warmis (mujeres) que con sus zampoñas, quenas y tambores quebrantaron desde hace varios años prejuicios patriarcales como aquel mito de que “hacer música suprime la leche de los pechos de quienes decidan asumir la maternidad”.
Con sus trajes típicos, la melancolía de sus zampoñas y el redoblante y el bombo como base, los Sicuris de Italaque Taypy Ayca reflejarion la espiritualidad de la provincia de Camacho, en el altiplano paceño.
La Fiesta Grande del Chaco chuquisaqueño en representación de la nación guaraní la trajo Arete Guasú, en alegres cantos y bailes de gratitud por la abundancia del maíz.
Apoteósico resultó el cierre a cargo del Cabildo de San Ignacio de Moxos, llegado desde el departamento de El Beni con el Coro Musical Sagrado que incluye en su repertorio más de 300 años de cultura ancestral fusionado con el legado de los maestros jesuítas.
La pequeña representación sintetizó las procesiones de cientos de bailarines con disfraces de diversos animales selváticos en duelo al ritmo de instrumentos de viento madera únicos, creados por ellos mismos, el violín y la percusión de membranófonos accionados con baquetas.
Fue una forma peculiar de reflejar la alegría que caracteriza a la región moxeña en sus festividades religiosas, en particular durante la celebración patronal de la capital folklórica del departamento de Beni, Ichapekene Piesta.
Esta celebración fue declarada por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad.
Para esta noche a partir de las 20:00 hora de Bolivia está programado el espectáculo de cierre, en el que se espera otra asistencia masiva de público de todas las edades.
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