Tres semanas después del inicio de los enfrentamientos entre pandillas en la entrada sur de la capital, miles de familias provenientes de Martissant y Fontmara tuvieron que abandonar sus hogares y refugiarse en casas de acogidas, iglesias o centros deportivos, al tiempo que se intensificaba la guerra por el control del territorio.
Joseph se reunió con representantes de los sectores afectados por la situación de los refugiados, cuyo número aumentó la última semana tras los ataques a campos de desplazados luego del terremoto de 2010.
Este lunes continuaron los choques hostiles en la zona, y al menos cuatro personas fueron asesinadas a tiros, mientras las pandillas incendiaron una vivienda en Martissant 23, sin que la policía pueda aún restaurar el orden.
De acuerdo con el Centro de Análisis e Investigación en Derechos Humanos, del 1 al 15 de junio perdieron la vida 47 personas en medio de los enfrentamientos, mientras otras 10 mil tuvieron que huir de sus viviendas.
Entre los fallecidos la organización identificó a 27 policías, algunos de ellos mutilados y luego quemados, víctimas de secuestro y de tortura, indicó el informe.
El representante de la Coordinación de Asuntos Humanitarios, Bruno Lemarquis, reiteró hoy su llamado a detener la violencia de las bandas y proteger a la población vulnerable.
Insistió, asimismo, en la necesidad de proporcionar ayuda de emergencia a los refugiados y permitirles lo antes posible regresar a sus hogares.
La protección de las poblaciones es una prioridad y resulta fundamental que los agentes humanitarios disfruten de un acceso sin trabas para asistir a las personas desplazadas, manifestó.
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