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Los panameños con Roque Dalton

Ciudad de Panamá (Prensa Latina) Roque Dalton viaja por primera vez fuera de su pulgarcito salvadoreño, en marzo de 1953 rumbo a Chile.

César Del Vasto*, colaborador de Prensa Latina

Al terminar sus estudios de secundaria, Roque se decidió a estudiar Leyes. Su padre le brindó el apoyo económico para dirigirse a Chile y hacia allá parte junto a su madre de quien se despidió en Panamá.

“Me puse en contacto con los comunistas, tuve amigos comunistas, y al principio sin saber que lo eran, luego con un poco más de conciencia, por lo menos di un paso de avance en Chile y de católico conservador que era, pasé a ser un católico progresista, un socialcristiano; en ese momento, esa corriente de pensamiento en Chile me pareció sumamente atractiva”.

Tiene experiencias vitales con la poesía de Pablo Neruda, y un encuentro traumático con Diego Rivera. Tras once meses de estadía en Chile, retornó a El Salvador, y se involucra con los de su generación en la universidad, organiza a los literatos, se hace amigo de Otto René Castillo, otro inquieto como él.

Dalton, ingresa a la Asociación General de Estudiantes Universitarios (AGEUS) en 1954. Su padrino político en ese entonces era el historiador Jorge Arias Gómez, dirigente del Partido Comunista Salvadoreño (PCS). En 1955 colaboraba con el periódico El Independiente que se convirtió en una tribuna crítica de la realidad del país.

Para el mes de marzo de ese año, y con 19 años, contrae matrimonio con Aída Cañas con quien procrearía tres hijos: Roque Antonio, Juan José y Jorge.

En 1956 se integró al grupo conformado por los literatos, que tomó por nombre Círculo Literario Universitario. Los trabajos de este grupo aparecerían de forma asidua en el suplemento “Sábados de Diario Latino” de Juan Felipe Toruño.

En ese mismo año Dalton ganó el Premio Centroamericano de Poesía de la Universidad con el trabajo “Mía junto a los pájaros”, y en el mes de mayo salió publicado el cuento «La espera» en la revista Letras de Cuscatlán.

También escribió, junto al guatemalteco Otto René Castillo- refugiado en El Salvador tras el derrocamiento de Jacobo Árbenz, presidente de Guatemala, apodado el soldado del pueblo- el poemario “Dos puños por la tierra” que ganó el premio Francisco Gavidia.

Ambos cultivaron una amistad mutua y se dice que fue Castillo quien le animó a abrazar la militancia comunista.

Hacia 1957 asiste al sexto Festival Mundial de la Juventud en Moscú en donde coincide con personajes como Miguel Ángel Asturias, Juan Gelman, Carlos Fonseca y Nazim Hikmet.

Aquí se afirma, -debido a los vuelos para arribar al campo socialista, eran un revuelo- aterriza en el aeropuerto de Tocumen y es detenido por un tiempo, al descubrirse que venía de esa cortina. Escribe:…fui interrogado al salir de Lisboa, impedido de viajar a tierra en Barcelona, perseguido en Caracas, detenido por el FBI en Panamá. Comencé a saber que Lenin y todo lo que se relacionaba con él era algo serio. Muy serio.

El 14 de diciembre de 1959 Lemus es abucheado durante el desfile de conmemoración de la revolución salvadoreña, entre los líderes del movimiento estudiantil se encontraba Roque Dalton. A la noche siguiente la policía nacional lo apresa en su propia casa, es liberado hasta el 7 de enero de 1960.

En septiembre de ese mismo año, las tropas del gobierno de Lemus entran al campus universitario y apalean al rector, provocando el cierre temporal de éste. Roque Dalton y sus compañeros incrementan la lucha contra Lemus.

Dalton fue capturado por la policía nacional el 13 de octubre, acusado de los delitos de rebelión y sedición.

Tras la caída de Lemus es liberado, pero a finales de enero, es expulsado del país junto con otros líderes de izquierda. Entonces se exilia en México.

En México, publica su primer libro La ventana del rostro en 1961. Al año siguiente, viaja a Cuba, y el compromiso político, ideológico y con la vida continuaría llevándolo a varios espacios.

Por aquel entonces ya era Roque Dalton una de las voces jóvenes más prometedoras de la poesía hispanoamericana contemporánea. Algunas de sus primeras composiciones habían sido galardonadas en varias ediciones del Premio Centroamericano de Poesía (1956, 1958 y 1959).

Su actividad política corría pareja a su dedicación a la creación literaria. Miembro del Partido Comunista Salvadoreño desde 1958, Dalton ya había sido encarcelado en varias ocasiones en su país natal cuando, en 1961, se vio abocado a tomar el camino del exilio.

Melgar Brizuela sostiene: Por otro lado, continuó en la militancia política, como miembro del Partido Comunista Salvadoreño. Fue nombrado en calidad de «Delegado fraterno» a la «Conferencia Latinoamericana por la Soberanía y la Paz», celebrada en la ciudad de México ese mismo año; y viajó por primera vez a Cuba, también en representación de su partido.

En 1963, con la publicación de uno de sus poemarios, El turno del ofendido, se consolidó como el poeta salvadoreño más relevante de su tiempo. La obra fue distinguida con una mención honorífica en el certamen Casa de las Américas, que siete años después ganaría con el poemario Taberna y otros lugares 1969.

Un año antes, en 1968, comparte sus versos con los panameños, en la revista Repertorio, dirigida por Sergio Ramírez, editada en El Salvador, (Número 12, diciembre) entre los que estaban: César Young Núñez, Ramiro Ochoa López, José de Jesús Martínez, Guillermo Ros Zanet, y Demetrio Fábrega. [Es importante mencionar, esta revista no se incluye en la Bibliografía General del poeta guerrillero.]

Alrededor de 1972, antes de partir definitivamente a su gran país, un constructor de versos lo conoció:

A Roque Dalton lo conocí en La Habana. Un amigo común llamó a la habitación y me condujo a la cafetería del bar del Hotel Nacional donde estaba Roque, solo, tan sin nadie, frente a una taza de café.

Llamó mi atención la tristeza que emanaba de sus ojos. Ni una sonrisa. Me parecía un hombre sin edad, se veía menudo y frágil, hablaba con el silencio más que con los labios.

Nunca antes, ni tampoco después, me vi tan cerca de una fortaleza humana que se pareciera tanto a su poesía. No hablamos de literatura sino de su país, sobre la guerrilla, y también, a vuelo de pájaro, de sus discrepancias con la cúpula…

También hablamos sobre Panamá. Le llamaba la atención el carisma del general Omar Torrijos, pero, por el carácter se sus preguntas, creo que no estaba convencido de que los panameños, en esa coyuntura, recuperaríamos el Canal interoceánico

¿Quién podría saber en lo que pensaba? En ese momento El Salvador se desangraba. Solo se levantó de la silla para estrecharme la mano en señal de despedida. Era bajo de estatura y me pregunté, y todavía me pregunto, cómo un hombre tan menudo podía ser tan grande.

Su silencio era más diciente que sus palabras. Tal vez presentía su asesinato.

Otro panameño amigo de Roque, fue José Gabriel Carrillo Brux, quien ante conocer de su asesinato, escribió en su página cultural del diario El Matutino, lo siguiente:

Para Roque, el turno del ofendido. Como hemos informado ya, Roque Dalton fue asesinado el 10 de mayo de 1975 en su patria, El Salvador, donde había nacido hace cuarenta años. Fue- y seguirá siendo- nuestro amigo, nuestro compañero, nuestro hermano. En la Casa de las Américas trabajó, publicó, discutió, enriqueció.

Compartimos con él una buena parte de su vida, la vida de un revolucionario infatigable, un intelectual creador, un hombre útil que provocaba cariño, admiración y alegría.

Desde muy joven había vinculado, su existencia a la revolución, y por ella sufrió cárcel, condena, clandestinaje, exilio. Una y otra vez volvió a su tierra para hacerla libre. Allí quedó, enterrado no sabemos dónde, confundido con los millares de héroes y mártires que han muerto por hacer un Salvador nuevo, una América nueva, un mundo nuevo.

Un grupo de amigos, compañeros y admiradores le dedican hoy, aquí estas palabras. Muchas más le dedicaremos. Pero sobre todo estamos seguros de que su pueblo esgrimirá su nombre como bandera de combate, y hará que su utilidad, como corresponde a todo revolucionario verdadero, llegue más allá de su muerte. Descansarás en la lucha, hermano Roque. Estarás presente, con una sonrisa, en la victoria.

Finalmente, sus Poemas Clandestinos, fueron publicados por el Centro Latinoamericano Justo Arosemena, en nuestro suelo, en 1981. Le siguió “Desnuda” y, El gran despecho”, en el desplegable, Temas de nuestra América, No. 2 (abr. 1982) del Grupo Experimental de Cine Universitario (GECU), cuyo editor es Pedro Rivera Ortega.

Y una sección especial, dedicado a Roque, el número 352, de junio del 2011.

Uno de sus poemas populares, entre los istmeños, Poema de Amor, menciona el rol de los guanacos en Panamá, en tiempos de la mal llamada segunda guerra mundial.

Poema de amor

Los que ampliaron el Canal de Panamá

(y fueron clasificados como “silver roll” y no como “gold roll”),

los que repararon la flota del Pacífico

en las bases de California,

los que se pudrieron en las cárceles de Guatemala,

México, Honduras, Nicaragua,

por ladrones, por contrabandistas, por estafadores,

por hambrientos,

los siempre sospechosos de todo

(“me permito remitirle al interfecto

por esquinero sospechoso

y con el agravante de ser salvadoreño”),

las que llenaron los bares y los burdeles

de todos los puertos y las capitales de la zona

(“La gruta azul”, “El Calzoncito”, “Happyland”),

los sembradores de maíz en plena selva extranjera,

los reyes de la página roja,

los que nunca sabe nadie de dónde son,

los mejores artesanos del mundo,

los que fueron cosidos a balazos al cruzar la frontera,

los que murieron de paludismo

o de las picadas del escorpión o de la barba amarilla

en el infierno de las bananeras, los que lloraran borrachos por el himno nacional

bajo el ciclón del Pacífico o la nieve del norte,

los arrimados, los mendigos, los marihuaneros,

los guanacos hijos de la gran puta,

los que apenitas pudieron regresar,

los que tuvieron un poco más de suerte,

los eternos indocumentados,

los hacelotodo, los vendelotodo, los comelotodo,

los primeros en sacar el cuchillo,

los tristes más tristes del mundo,

mis compatriotas,

mis hermanos.

Antes había publicado La ventana en el rostro (1961), El turno del ofendido (1963), El Mar (1964) y Poemas (1968). Luego publicó los libros Las historias prohibidas de pulgarcito (1975, poesía); y Pobrecito poeta que era yo (1976, novela).

Póstumamente aparecieron algunos títulos inéditos y varias recopilaciones antológicas de sus versos, como Poemas clandestinos (1980), Un libro rojo para Lenin (1986), Un libro levemente odioso (1988), En la humedad del secreto (antología compilada por Rafael Lara Martínez, San Salvador, 1994) y Antología mínima (a cargo de Luis Melgar Brizuela, San José de Costa Rica, 1998).

En el campo del ensayo, publicó una monografía titulada El Salvador (1963), un ensayo sobre César Vallejo (1963) y un volumen de testimonios aparecido bajo el epígrafe de Miguel Mármol (1972).

Compuso además algunas piezas teatrales, como Caminando y cantando (publicada en 1976) y Los helicópteros (escrita en colaboración con José Napoleón Rodríguez, e impresa en 1980.

rmh/ga/cv

*Historiador, egresado de la Universidad de Panamá, ha realizado estudios en España, y publicado trabajos de ensayo histórico en ese país, México, Cuba y Argentina

(Tomado de Firmas Selectas)

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