“Estoy muy dichosa porque este atelier es un sueño realizado, aquí invertí todos mis ahorros de décadas en Suiza, y me dará la posibilidad de impulsar el arte plumaria en mi país, será el primer centro de su tipo en Bolivia”, aseguró en entrevista exclusiva a Prensa Latina la también psicopedagoga.
Bravo explicó a esta agencia de noticias que el nuevo espacio cultural más allá de un museo con buena parte de sus obras, será un centro de encuentro entre creadores y de todas las personas interesadas en este tipo de expresión artística.
“Sabemos que América Latina es el continente clásico de arte plumaria, y como tal tenemos que meditar”, refirió al evocar sus estudios e investigaciones en Europa en busca de una metodología, lo cual enriqueció al retornar a su tierra natal.
Indicó que el atelier abre una nueva etapa en su labor de enseñanza, porque en la nueva sede desarrollará cursos y talleres, “lo cual me hace muy feliz”.
“Hasta ahora he trabajado con mi escuela itineraria, creada en 2016 desde que regresé a Bolivia -comentó Bravo-, por supuesto, lamentablemente tengo muchas dificultades para llevar todos mis trabajos y atuendos, que aquí estarán al alcance de todos”.
La artista expresó optimismo por la existencia del atelier, al cual podrán venir a prepararse los interesados bolivianos y de todo el mundo.
Describió que en la creación de sus obras utiliza plumas de gallina, pato y ganso, de desecho retomadas con el respeto y el amor que le tiene a la naturaleza, para volverlas a poner en movimiento.
“Bolivia tiene alrededor de dos mil 400 especies de aves, es el país más rico en este sentido, por tal razón me fui por toda Europa para aprender más sobre arte plumaria, después volví a mi país decidida a recorrer la Amazonia y aprender de los artesanos del oriente boliviano”, confesó.
Sus creaciones reflejan los saberes adquiridos de las culturas indígenas originarias ayorea, chiquitana, moré, sirionó y moxeña, entre otras, al regreso del exilio.
Bravo inició los estudios de artes plásticas en Bolivia a la edad de siete años, y una vez egresada de bachillerato continuó esa carrera en la Universidad Mayor de San Andrés con los reconocidos maestros Gustavo Riveros, Alandia Pantoja, Solón Romero y Eduardo Espinosa.
Sus inquietudes políticas y las de su familia provocaron que en 1971 emigrara como refugiada a Chile, donde continuó la carrera de Artes Plásticas en la Universidad de Santiago bajo la tutela del ecuatoriano Oswaldo Guayasamín.
El golpe de Estado encabezado por Augusto Pinochet contra el presidente constitucional Salvador Allende le hizo salir nuevamente como refugiada a Suiza, y allí fue alumna del maestro Hans Ueli Steger.
Allá se tituló de maestra de Artes Plásticas en la especialidad de Arte Plumaria (1980) y licenciada en Psicología (1996) con un postgrado en psicoterapia para niños, jóvenes y adultos.
En Zurich también cursó un diplomado que la habilitó para trabajar en proyectos en países del Sur global.
Bravo regresó definitivamente a Bolivia en 2016, y desde entonces realiza exposiciones, imparte conferencias, seminarios, cursos y organiza pasarelas basadas en el arte plumaria.
Trabaja también como psicoterapeuta en el colegio que lleva el nombre de su padre, el luchador revolucionario Fernando Bravo, y desde el punto de vista artísticos es la fundadora de la Escuela Itinerante de Arte Plumaria de Bolivia.
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