En una entrevista a miembros de esa comunidad autóctona publicada en Semanario Universidad, el grupo explicó que una expansiva tala del lado panameño afecta a comunidades de ambos lados del río, así como contaminación por agroquímicos.
Los ríos están bajos, se están dañando, las quebradas desaparecen, la contaminación de fumigaciones también, nuestra producción orgánica está en riesgo porque ya no lo podemos lavar ahí para venderlo como orgánico.
La lucha es grande con los campesinos que se van metiendo en el parque, que no es mucha actividad ganadera, no sabemos por qué hacen tanto daño. Hay potreros encima de las nacientes de quebrada, es un desastre, necesitamos llegar a un acuerdo nacional o binacional y tomar medidas, comentó Longino Selles, indígena bribri de Panamá.
Selles se refería a los daños que el pueblo bribri panameño ha visto en el Parque Nacional de La Amistad (Pila), la mayor reserva natural de Centroamérica, el Área Protegida terrestre más grande de Costa Rica y la única que es binacional, ya que su territorio continúa en Panamá.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD Costa Rica y PNUD Panamá) reveló en un informe publicado en octubre, que la mitad de la población que limita con la cuenca no tiene acceso al agua potable.
Señaló diversas causas como limitaciones de disponibilidad, contaminación por agroquímicos, terrestre y aérea, en cultivos de banano y plátanos, así como su contaminación por mal trato de agua residuales y residuos petroleros.
La montaña es una naturaleza que Sibú nos dejó para sobrevivir y hay que protegerla, pero las autoridades de nuestra provincia le dan el apoyo a los deforestadores, en lugar de a nosotros los bribris, que hemos conservado la naturaleza por miles de años, agregó Selles.
La cuenca binacional se ubica principalmente en el cantón de Talamanca, en la provincia de Limón, en donde el 57 por ciento de las viviendas no tienen acceso a agua potable. La población indígena que vive en Costa Rica y es limítrofe con el río dijo ser testigo de importantes expansiones en la tala del lado de Panamá.
Ya no podemos tomar esa agua porque se ha secado por la ganadería y se ha contaminado, ahora tenemos que viajar más lento porque el caudal ha bajado. A nosotros nos impacta mucho porque, como indígenas, estamos acostumbrados a ver la naturaleza que nuestros abuelos cuidaban, y luego vemos el bosque tumbado y nos duele saber que durante los años que nuestros abuelos vivieron ahí no hicieron esa destrucción.
Aunque es del otro lado, nos afecta porque el río lo usamos de los dos lados, tenemos peces que comemos, nos preocupa porque los ríos vienen del lado de Panamá hacia nosotros”, comentó Bernarda Morales, indígena bribri del territorio Yorkin.
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