Por Roberto F. Campos
Esa modalidad y palabra comenzó su andadura en Europa y en naciones desarrolladas en el interés de rechazar el desperdicio de alimentos.
El término friganismo o movimiento frigano (del extranjerismo proveniente del inglés: freeganism) designa un estilo de vida anti-consumista, con una participación limitada en la economía convencional, mínimo consumo de recursos y su mejor aprovechamiento.
Los medios de prensa y las páginas especializadas analizan en la actualidad el nuevo fenómeno social, económico y comercial.
Una de esas estrategias es evitar el consumo innecesario y otra recolectar alimentos tirados a la basura o descartados por estar próxima o pasada su fecha de caducidad.
Sus actividades son básicamente nocturnas y en los alrededores de los restaurantes y supermercados, donde es posible encontrar alimentos seguros y en condiciones para preparar comidas o compartirlas en reuniones públicas.
En algunos casos, los friganos lo son por necesidad (léase incluso pobreza extrema) más que por convicción e incluso consumen alimentos en mal estado y/o en condiciones higiénicas muy degradadas. En esencia, esta denominación es un eufemismo para que sea menos visible la pobreza.
La palabra friganismo procede del término inglés freeganism que es la contracción de free (gratis/libre, en inglés) y vegan (vegano). Este movimiento comenzó a mediados de 1990, junto a los movimientos antiglobalización y ecologistas.
La persona responsable por la popularización de ese movimiento, además de ser el administrador del sitio web que informa al respecto, es el estadounidense Adam Weissman, quien menciona que el friganismo es un movimiento en respuesta a la cultura occidental contemporánea, al desperdicio y la industrialización.
El movimiento se transformó entonces en algo relativamente importante en grandes ciudades, como Londres o Nueva York, donde grupos de personas se reúnen para encontrar alimentos y demás cosas que puedan serles de utilidad.
Nueva York es la sede de una de las mayores organizaciones de friganos. Se calcula que existen casi tres millones de ellos alrededor del mundo, organizados en tres mil 800 comunidades.
Weissman dice que existe muchísimo desperdicio, vivir así es fácil. La gente asume que la comida ya no sirve, pero en realidad sólo es comida.
Afirma que con esta forma de vida se tiene acceso a todo lo que se puede necesitar, ya que siempre hay desperdicios utilizables, porque la cultura occidental nos impulsa siempre a tener cosas más nuevas, más brillantes.
UN RECURSO Y UN MÉTODO
Muchos supermercados, tiendas de alimentos o restaurantes, tiran comida en buenas condiciones a medida que se acerca la fecha de caducidad o por presentar algún tipo de daño en el envoltorio o el aspecto estético del empaque.
Al extraer comida de la basura, los friganos evitan contribuir con los regímenes a los que su ideología se opone: gastar en demasía dinero en productos que de una manera o de otra dañan el medio ambiente, y/o no tienen en cuenta los derechos de los animales, y/o favorecen la dispersión urbana, y/o en ciertos aspectos no respetan los derechos de los trabajadores.
También argumentan que, mediante esta recolección de alimentos, se evita que los mismos acaben en un basurero.
A menudo, esa búsqueda en la basura no se limita a los alimentos. Muchas personas que practican esa recolección también buscan objetos que pueden ser reutilizados o reciclados, o en ciertos casos incluso luego vendidos en ferias vecinales, y/o a través de casas de compra-venta, y/o en sitios digitales de compraventa.
La principal razón por la que se asocia el friganismo con el veganismo es por el acceso limitado que se tiene a alimentos como carnes rojas y blancas, además también del uso de tejidos y cosméticos de origen animal.
Además de que el acceso a alimentos de origen vegetal es más fácil, ya que pueden ser cultivados y procesados por uno mismo, sin embargo, muchos friganos declaran que consumirían alimentos de origen animal si se tuviera acceso gratuito a estos.
No todos son veganos y existen algunos que practican la recolección de alimentos y consumen los productos animales desechados, con el argumento que, de lo contrario, se desperdiciarían y que los animales no deben ser sacrificados en vano. El comercio inunda de anuncios los mercados, los precios son cada vez mayores sobre todo a partir de una inflación que abarca a todas las naciones, y muchas personas padecen hambre, pese a todo ello, se desperdician alimentos, se botan.
De tal suerte, la tendencia del Friganismo, al margen de su peculiaridad, es una alerta a la humanidad de que la situación debe cambiar para proveer de recursos básicos a todos.
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