En particular los habitantes de la comunidad Armila, quienes conviven en el entorno natural de la playa desde hace muchas generaciones, junto a aves y quelonios, y siempre devuelven al océano a los neonatos de estos últimos animales cuando pierden el rumbo en su camino hacia el mar.
Las autoridades decidieron crear un festival —la próxima edición será en mayo de 2024—para fortalecer la tradición oral, las prácticas artesanales y las expresiones rituales, así como las danzas y la música asociados a la naturaleza, y los festejos coinciden con la llegada de las enormes tortugas baula.
El postulado de estos pobladores: “Nada en este mundo existe de manera aislada o retirada, sino todo lo contrario, todo está interconectado y en movimiento”, representa a los humanos, las plantas, los animales y los espíritus como elementos dinámicos en un conjunto más grande y complejo conocido como Nabgwana (Tierra).
Recientemente, el programa del Festival Cultural y Ecológico de las Tortugas Marinas de Armila ingresó en la Lista de Buenas Prácticas de Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
Es la primera inscripción de tema indígena de Panamá en ese listado, que según las autoridades del país canalero responde al amor y el esfuerzo de la comunidad guna yala, desde sus niños hasta sus principales autoridades.
Con la incorporación, se muestra internacionalmente cómo esta festividad educativa, cultural y ecológica constituye un esfuerzo de conservación de la comarca y un referente del traspaso de conocimientos de generación en generación y el amor por la Madre Tierra.
Hace más de 30 años comenzaron los esfuerzos para proteger y conservar las tortugas marinas en Armila, y desde entonces fueron salvadas miles de ellas gracias a la ingente labor de mujeres, niños y jóvenes gunas.
(Tomado de Orbe)