La lengua está dotada de cuatro variedades de papilas: filiformes, circunvaladas, foliadas y fungiformes, de ellas las primeras contribuyen a la aspereza de la superficie del órgano y carecen de receptores gustativos, mientras las otras tres se clasifican como gustativas.
Estas albergan células receptoras que reaccionan ante diversos estímulos químicos, permitiendo la distinción de los sabores dulce, salado, ácido, amargo, umami, astringente y metálico (los tres últimos son incorporaciones recientes).
Los científicos realizaron escaneos microscópicos en 3D y, gracias al aprendizaje automático (una herramienta de inteligencia artificial), descubrieron que las características geométricas y topológicas de las papilas son únicas y consistentes entre individuos, al punto de que podrían utilizarse como método de identificación personal.
El análisis de datos permitió descubrir que eran especialmente efectivas para predecir variables biológicas como la edad y el sexo con cierto grado de acierto, lo cual reafirma que las papilas de cada persona son únicas.
Los resultados del trabajo sugieren también que existe una conexión profunda entre esta singularidad y las preferencias alimentarias.
Los nuevos conocimientos podrían traducirse, por ejemplo, en el desarrollo de alimentos saludables que, además, fuesen del agrado de cada individuo, un sueño para la mayoría de la humanidad, lo que contribuiría a prevenir muchas enfermedades relacionadas con lo que comemos, como la diabetes o el colesterol.
De acuerdo con los expertos los hallazgos abren una vía de investigación para mejorar el diagnóstico temprano de cánceres orales.
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