Un equipo de investigadores liderados por Sarah Arnold, ecologista de la Universidad de Greenwich, Reino Unido, demostraron que alimentar a los abejorros comerciales con el alcaloide mientras los exponen a un aroma floral objetivo los anima a buscar ese olor cuando abandonan el nido, de ahí el beneficio para ese renglón de la economía.
Arnold y su equipo crearon tres grupos de insectos sin haber encontrado previamente ningún tipo de flor o aroma: uno tomó agua azucarada con cafeína y una ráfaga de olor a flor de fresa; el segundo recibió agua pura con azúcar y el olor, y el tercero solo el agua pura con azúcar.
Posteriormente, cada ejemplar fue liberado de su colmena y dentro de una arena de laboratorio salpicada de flores robóticas con depósitos del líquido azucarado sin cafeína, algunas de las cuales exhalaban el mismo olor a fresa y otras un aroma ‘distractor’ diferente, para que lamieran al seleccionarlas.
La revista Current Biology, que también compartió la investigación, reveló que las abejas con cafeína mostraron una clara preferencia por las flores falsas de fresa cuando el 70,4 por ciento visitó el objetivo de inmediato.
Solo el 60 por ciento de los sujetos sin cafeína pero con olor se dirigieron primero a las fresas de plástico, mientras que aquellas sin el alcaloide ni aroma de preparación tuvieron menos visitas en la mitad del tiempo, un resultado esperado porque nunca lo habían hecho, afirmó Arnold.
Otros estudios mostraron que esos insectos expuestos a un olor determinado mientras comen cafeína sacan la lengua en respuesta durante períodos de tiempo más largos, pero no pudieron elegir libremente qué flores visitar.
Cualquiera que sea la aplicación industrial a la que puedan conducir los nuevos hallazgos, a juicio de Jessamyn Manson, ecologista de la Universidad de Virginia, Estados Unidos, sin participación en la investigación británica, el uso de cafeína en estos experimentos como estimulante es particularmente revelador.
Manson destacó del experimento la colocación de la cafeína en el nido de la abeja, en lugar de distribuirla como recompensa en la flor. ‘Es una fuerte demostración de cómo la cafeína puede ayudar a enseñar a las abejas qué plantas polinizar’, concluyó.
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