Su peculiar mundo de fantasía iluminó al reconocido arquitecto japonés Kengo Kuma y a su equipo —responsables también del nuevo Estadio Olímpico de Tokio— en la novedosa constitución del Museo H.C Andersens Hus, ubicado en Odense, Dinamarca.
Diseños modernos incorporan dinamismo e imaginación a más de nueve mil metros cuadrados de superficie. Además de sus visibles atracciones, dos tercios de la pinacoteca europea son subterráneos, y justo encima el visitante descubre un jardín de cuentos de hadas.
Tal edén, conformado como espacio público e insertado en el paisaje de la urbe, busca desde las diversas tonalidades cromáticas y la flora reproducir los conflictos, la armonía, el encanto, lo siniestro y el caos de las historias de Andersen, con zonas de luz, árboles extraños y setos cortados en ángulo recto.
El sitio transmite el estilo del autor, motivación esencial de sus creadores, y existe una comunión entre la naturaleza exterior y la cosmovisión del escenario aparentemente oculto, con expresiones originales como la posibilidad de apreciar el cielo mediante un lago artificial, justo como lo hace la sirenita Ariel.
La inusual estructura suma la experticia de 12 artistas internacionales con piezas exclusivas para su interior, vinculadas, por ejemplo, a la interpretación musical de las narraciones o a la elaboración de una enorme instalación de papel.
En la apuesta por un paseo sin precedentes, el Museo comprende asimismo un recorrido cinematográfico de animación por la obra fantástica de Andersen, con sus personajes más conocidos y esos elementos socialmente críticos o satíricos presentes en sus relatos.
Ese universo único, aderezado por sonidos, imágenes y arte plástico, expone además brujas, seres mitológicos, príncipes y princesas, animales mágicos y, aunque parezca increíble, héroes y antagonistas que dialogan, anhelan, sufren y provocan sufrimiento desde su interpretación y vivencias.
Claro que este lugar de maravillas incluye también un área o estudio infantil llamado VilleVau, una confluencia de talleres destinados al ‘desahogo creativo’ de los pequeños y a la experimentación artística.
Según los expertos, esta resulta una de las obras museísticas más ambiciosas de los últimos años en Dinamarca, con un costo aproximado de 52 millones de dólares y dedicado a uno de los intelectuales más conocidos del mundo con casi 200 cuentos; así como poemas, novelas y piezas de teatro.
(Tomado de Orbe)