El volumen de 312 páginas y compendiado por Pedro Simón Martínez comprende 13 narraciones de ese intelectual peruano, nacido el 31 de agosto de 1929, como Cuento de circunstancias, Tres historias sublevantes, Los hombres y las botellas y La palabra del mundo.
Desde su página en la red social twitter, la entidad capitalina significó a Ribeyro como uno de los mejores cuentistas de la literatura latinoamericana y quien, desde su primera obra del género La vida gris, publicada en la Revista Correo Bolivariano en 1949, manifestó sus interrogantes acerca de la existencia inútil.
Tiempo después, en 1953, premiado con una beca para estudiar periodismo viajó a España y, tras un año en la Universidad Complutense de Madrid, partió a Paris, en Francia, y publicó su primer libro Los gallinazos sin plumas, colección de cuentos urbanos que ven la luz en 1955.
En el relato homónimo, su autor revela la historia de los niños Efraín y Enrique, quienes desde las seis de la mañana recorren los basureros de la ciudad para alimentar a Pascual, el cerdo de su abuelo Don Santos.
Durante los años siguientes recorrió Francia, Alemania y Bélgica, y alternó la escritura con otros oficios como reciclador de periódicos, conserje, cargador de bultos en el subterráneo, vendedor de productos de imprenta y operario en una fábrica fotográfica, según refiere su biografía.
Por esos parajes comenzó la conformación de Crónica de San Gabriel, publicada en 1960—gracias a la cual mereció el Premio Nacional de Novela— y a su regreso a Perú fungió como profesor en la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, sin renunciar a la literatura.
En 1961 viajó nuevamente a Paris como periodista de la Agencia France Press, luego fue agregado cultural en la embajada peruana y, desde su experiencia plasmada en La tentación del fracaso reconoció: ‘Lo que yo llamo mis sacrificios (…) son tal vez fracasos simulados, imposibilidades. Mi excusa: soy escritor’.
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