La Oficina Internacional para las Migraciones contabilizó, del 19 al 27 de septiembre, tres mil 456 retornados, de los cuales cerca del 30 por ciento son niños, muchos de los cuales ni siquiera nacieron en el país.
La organización que pertenece al sistema de Naciones Unidas estima que cada día llegan un promedio de 400 personas, la mayoría al aeropuerto Toussaint Louverture de la capital, aunque desde la semana pasada también a la norteña ciudad de Cabo Haitiano.
Las deportaciones no cesaron, a pesar de que la propia ONU advirtió que personas con solicitudes serias de asilo pueden estar en riesgo.
‘Las expulsiones masivas y sumarias que se realizan actualmente, sin tratar de determinar las necesidades en términos de protección, son contrarias al derecho internacional y pueden constituir devoluciones’, dijo la semana pasada en un comunicado Filippo Grandi, jefe de la agencia de la ONU para los refugiados.
Por su parte, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia alertó que más de dos de cada tres haitianos devueltos desde Estados Unidos son mujeres y niños, incluso algunos recién nacidos.
Su directora ejecutiva Henrietta Fore señaló que el país caribeño vive un nuevo ciclo de crisis, marcado por los desastres naturales, la violencia de las pandillas y la pandemia de Covid-19, mientras los retornados regresan sin la protección adecuada, los que los hace aún más vulnerables a la pobreza, la inseguridad y el desplazamientos.
Para acallar las voces, Washington estableció un programa de ayudas de 5,5 millones de dólares que deberá proporcionar asistencia a los migrantes haitianos repatriados, aunque el Gobierno aún no confirmó la entrega.
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