Fue diferente ya el 21 de junio último. Cerca de finalizar el 2013 del almanaque etíope, sucedieron las elecciones generales y, hasta ahora, no trascendieron acusaciones de fraude, ni sobrevinieron represiones, como en otros comicios.
Pese al conflicto en el norte, la Covid-19, problemas logísticos e inestabilidad social, las votaciones transcurrieron de manera pacífica, recibieron aprobación de la Junta Nacional Electoral y calificación positiva de dispares observadores.
Con más de 37 millones de votantes, 47 formaciones políticas contendientes y nueve mil 300 candidatos, el gobernante Partido de la Prosperidad (PP) obtuvo una victoria abrumadora y conducirá el país los próximos cinco años.
Sin embargo, la formación del nuevo gobierno este lunes, vuelve más significativa la fecha porque supone el paso hacia un sistema, estable, confiable y perfectible, con el PP y el primer ministro, Aby Ahmed, como líderes.
Puede ser el inicio de una cuenta progresiva en la historia reciente del país, mezcla de millones de ciudadanos de diferentes orígenes raciales, religiosos, lingüísticos, políticos y culturales.
Ahora, con un mandato electo y margen de un lustro, Ahmed puede desarrollar las reformas iniciadas en 2018 (calendario gregoriano) con mayor sosiego, aunque los apremios persisten porque son rancios y complejos los desafíos que afronta.
Resolver el enfrentamiento con el Frente de Liberación Popular de Tigray debe ser prioridad en su agenda, entre más razones porque estimularía la unidad dentro de la diversidad, a la cual exhorta constantemente.
Sin disolver los enfrentamientos étnicos -el de Tigray es más mediático, no el único- el Premio Nobel de la Paz 2019 apenas podrá promover la estabilidad, armonía y prosperidad que necesitan millones de etíopes, fortalecer el sistema federal y evitar nuevos conflictos.
Etiopía lo necesita tanto como la materialización de sus programas de cambios económicos, creación de empleo, reasentamiento de desplazados, respuestas a necesidades de salud, educación y seguridad social, y la iniciativa ecológica Green Legacy.
Y también precisa solventar la negociación con Egipto y Sudán por la Gran Presa del Renacimiento, continuar trabajando por la paz e integración regional, superar el diferendo fronterizo con las autoridades sudanesas y solidificar el acuerdo de paz con Eritrea.
Usualmente, Etiopía inicia sus años el 11 de septiembre, excepto cada cuatro años, cuando comienza el 12. Pero desde ahora el 4 de octubre puede tener la misma importancia para los etíopes, o quizás más. El trabajo del PP y Ahmed, junto con la mayoría que los votó, claro, tienen la última palabra.
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