La batalla no es contra el pueblo de Tigray, sino contra las fuerzas terroristas que llevan meses escondidas en ese estado regional, aclara el pedido divulgado por la oficina del primer ministro, Abiy Ahmed.
Estamos luchando para liberar a los pobladores de esa región, que son utilizados como instrumentos, y también para mantener la paz y la unidad de nuestra nación, agrega el texto.
Todos los patriotas, subraya, ‘deben permanecer con todo su corazón para proteger su soberanía hoy, como en el pasado, con la determinación de defender la dignidad y la gloria de su país’.
Fuerzas del TPLF (siglas en inglés) atacaron el 3 de noviembre de 2020 al Comando Norte de la Defensa Nacional y Ahmed, premio Nobel de la Paz-2019, respondió con una ofensiva militar para neutralizarlo y restituir el orden constitucional en Tigray.
Desde entonces, el Ejército federal sostiene un enfrentamiento armado contra la organización política declarada grupo terrorista por el Parlamento y presunta responsable de numerosas violaciones de los derechos humanos antes y después de esa acción.
Fue formado, además, un Gobierno provisional en esa jurisdicción y comenzaron procesos judiciales contra algunos líderes del grupo.
A finales de junio último, las autoridades federales decretaron de manera unilateral un armisticio para facilitar las labores agrícolas durante la temporada de lluvia y garantizar la asistencia humanitaria, pero el TPLF lo rechazó.
En las últimas semanas, incluso, incrementó sus operaciones militares, la mayoría contra civiles, y las extendió a los estados de Afar y Amhara, según acusaciones oficiales.
Un informe de Naciones Unidas da cuenta del desplazamiento de alrededor de 179 mil personas en las dos regiones durante ese período, pero el Gobierno admite que la cifra asciende a más de 300 mil, además de acusar al TPLF de asesinar a más de 200 personas refugiadas en una institución de salud de Afar.
La repulsa nacional contra la organización creció de manera exponencial en los últimos meses y a esta se unieron también organizaciones regionales e internacionales, si bien el Ministerio de Relaciones Exteriores critica la indiferencia cómplice de muchos países occidentales.
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