Colchones, agua, alimentos y útiles para el aseo son algunos de los artículos que la representante de Unicef en Etiopía, Adele Khodr, entregó en Debark, ciudad de ese estado donde hay alrededor de 41 mil personas protegidas, según informes oficiales.
Este mismo martes trascendió que fuerzas del TPLF saquearon durante las últimas semanas almacenes con víveres destinados a esa zona, por lo cual la donación de la agencia de la ONU tuvo un impacto superior al acostumbrado.
Los civiles de los estados de Afar y Amhara sufren constantes embestidas de reclutados e integrantes del Frente, después de que el gobierno retiró el ejército federal de Tigray en junio último.
Como resultado de su criminalidad, de acuerdo con acusaciones de las autoridades federales, el número de desplazados y necesitados de asistencia humanitaria en ambos territorios suman más de medio millón.
Alrededor de 4,5 millones de civiles están afectados de una u otra manera en el norte del país, declaró la semana pasada la secretaria de prensa de la Oficina del Primer Ministro, Billene Seyoum.
La destrucción de escuelas y de la catedral Felege Tsehay Checheho Medihanealem, un sitio de gran importancia histórica, religiosa y patrimonial ubicado en el norte de Amhara, cuentan entre los destrozos ocasionados recientemente por la organización.
En noviembre pasado, el Frente atacó al ejército federal en el septentrional estado de Tigray y el primer ministro Abiy Ahmed respondió con una ofensiva militar para neutralizarlo y restablecer la legalidad en la demarcación.
Desde entonces comenzaron procesos legales contra varios líderes, mientras las Fuerzas de Defensa Nacional persiguen a integrantes del grupo prófugos de la justicia, acusados de cometer graves violaciones de los derechos humanos.
A finales de junio último, las autoridades locales decretaron un armisticio para facilitar las labores agrícolas durante la temporada de lluvia y garantizar la asistencia humanitaria, pero el grupo, declarado terrorista por el Parlamento, lo rechazó.
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